miércoles, 7 de julio de 2021

Los psicópatas en la justicia.

 



El descarte “final”, cuando se termina un matrimonio con un psicópata, ocurre cuando el depredador consigue una nueva víctima. Ya que acabó casi por completo con su pareja o porque "se hace dejar", actuando de manera torpe a la hora de esconder las infidelidades, excediéndose en la triangulación y  abusando en forma burda de los mecanismos de manipulación (como el gaslighting y el tratamiento silencioso). Muchas veces la víctima, agotada, dice “basta” y cansada de la "tomada de pelo" decide pedir el divorcio unilateral.

En un primer momento la víctima que todavía no comprende la situación que está viviendo, piensa que con el divorcio se terminarán sus problemas. Los psicópatas no aceptan perder sus fuentes de combustible y comienzan a obtener el suministro a través del proceso judicial. En nuestro país no hay hasta el momento una legislación que contemple el abuso narcisista. Sólo se legislan los actos sangrientos. El artículo 34 habla de "asesinos o delincuentes que tienen el juicio conservado, conciencia y comprensión del acto en el momento de cometer un delito". Pero la justicia no tiene en mente la posibilidad de un ser atípico como el psicópata  adaptado a la sociedad.

Para la justicia todos los padres son iguales y con la excusa del interés superior del niño, obligan a los menores a relacionarse con sus progenitores sin tener en cuenta que al psicópata no le importa dañar a sus hijos destruyendo el sistema afectivo, emocional y psíquico de los mismos, de la misma forma que abusó de la madre o padre, ya que como siempre aclaramos esto no es una cuestión de género.

Ahora vemos que la carrera destructiva del depredador no termina con el divorcio, especialmente cuando hay hijos en común, este tipo de hostigamiento va a ir escalando. Primero culpará a la víctima de “la destrucción de la familia”, ese mensaje será transmitido a los hijos mostrándose el sicópata como una víctima. La presa intentará proteger, sin éxito, a los hijos. El proceso será distinto si el psicópata  es hombre o mujer. En el caso de un hombre psicópata, en un primer momento  actuará como si estuviese arrepentido frente a los posibles testigos, se mostrará como un buen padre que se preocupa y se ocupa de los hijos, mostrándose débil y necesitado para hacer que su ex se sienta culpable y compasiva. La víctima pensará que los hijos no tienen porque sufrir la separación de los padres y pensará que al igual que en un divorcio común (el de dos personas empáticas), los hijos necesitan convivir con ambos padres por igual. En ese momento,  el psicópata  buscará obtener una ventaja económica y comenzará el control y las manipulaciones sutiles sobre los hijos para seguir devaluando a la madre. En algún momento empezará a pedir reuniones en el colegio,  con el pediatra, terapeutas o profesores de los hijos a  espaldas de la madre para mostrarse como un padre preocupado y dando a entender que la madre sufre  algún desequilibrio psicofísico.

Con esta maniobra confundirá al entorno y a los hijos, que cada vez tendrán más dudas sobre una madre desautorizada, desvalorizada, débil e indigna de confianza.

Si alguno de los hijos se muestra leal a la madre, esto desatará la ira narcisista con represalias pasivo-agresivas que los hará sucumbir a través de una extorsión sutil y jugando a ser la víctima de su víctima. Si quiere destruir por completo a su presa, el narcisista  captará a los hijos como una secta y los alejará de la madre;  quedando ésta en un estado de desolación, agotamiento, desgaste físico, mental y económico. Mostrándole a la sociedad "lo desequilibrada que es" y dejándola sin la chance de tomar decisiones acertadas. La víctima se siente, impotente, insegura, deprimida, desamparada. Ha perdido su libertad y está acorralada. Ya no sabe qué más puede hacer.

El depredador no se detiene y la sigue atacando con cartas documento, desestabilizándola aún más. Ya no pasará la  cuota de alimentos; pero mentirá y a los hijos les dirá que siempre cumple con sus obligaciones parentales.

En los casos  que no le es tan simple quedarse con los hijos, comenzará a mandar demandas diciendo que la madre obstruye el vínculo,  levantando dudas en el juzgado y desestabilizando una vez más a la víctima a nivel económico, ya que la misma tendrá que pagar las costas de sus abogados.

Llegado este punto la víctima se ha ido desmoronando,   quedando cada vez más aislada a nivel social ya que el entorno se agotó de ser testigo del  proceso. En definitiva la revictimizan.

La próxima semana les contaremos cómo sucede este proceso cuando la psicópata es la mujer.

Recordemos que la sociedad tiene el potencial necesario para poder detener las acciones psicopáticas. El primer paso es visibilizar este tipo de abuso.

La narcisista patológica en el divorcio.

 

La gente suele preguntarse por qué una víctima estuvo tanto tiempo en pareja con un manipulador patológico. Nosotros ya vimos que es debido a la “adicción a la ilusión”, generada por el “juego de la esperanza tóxica” El manipulador, luego de generar un estallido emocional en la víctima, puede invitarla a tomar un café como si nada hubiera pasado y le propondrá hacer un pacto de paz (como veremos adelante, es lo que en el lenguaje de los sobrevivientes a narcisistas se denomina “falso pacto de paz”). 

Esto es algo que confunde, desorienta y angustia a quien, sensible a los problemas y sentimientos del otro, no comprende lo que está pasando porque hace un momento se hizo un pacto donde se prometió no repetir el ataque que provocó el estallido emocional y tan sólo instantes después se incumplió la promesa. Esta disonancia cognitiva en que queda sumergida la víctima, conlleva un nivel de violencia solapada altísimo.

Cuando ocurre el descarte y se acerca el divorcio, las psicópatas comienzan a trabajar sobre los hijos para en algún momento convertirlos en sucursales de sí mismas. 

Al principio la narcisista actuará como una víctima, interpretando a la perfección este papel que tendrá muy bien estudiado. Al saber qué les sucede a las verdaderas víctimas y cuál es el comportamiento de los psicópatas hombres, puede fingir enfermedades graves como el cáncer. También puede que invente un embarazo y luego dirá que lo perdió por los abusos (en algunos casos pueden mostrar estudios médicos de personas que están pasando por eso y decir que son de ella). Algunas, tienen comorbilidad con el síndrome de Münchausen y son capaces de dañarse para requerir atención médica. Llegada esta instancia, la narcisista puede pedirle a su marido que no se separe poniendo como excusa a los hijos de la pareja. La culpa será la herramienta principal que la psicópata utilizará para manipular a su pareja y de este modo logrará obtener un convenio, ventajoso para ella y extremadamente injusto y desfavorable para su ex marido. 

Una vez el acuerdo se haya homologado en el juzgado, comenzará a castigar a su ex poniendo a sus hijos en contra de él. Esto lo hará de manera paulatina, tomándose su tiempo. Para conseguir que los hijos no deseen verlo, irá descalificándolo, difamándolo y mintiendo sobre él para generar dudas, temor y desconfianza. Si aún así, estos manifiestan la intención de ver a su padre, les generará sentimientos de culpabilidad, manipulándolos y mostrándose desolada para que “no quieran dejarla”.

Empezará a pedirle al ex, que se haga cargo de gastos que antes no tenían, como profesionales de salud mental, profesores particulares, actividades extra curriculares, etc…

El señor se encontrará pagando un monto de dinero exagerado y por otro lado ya casi no verá a sus hijos. Si se niega a darle ese dinero extra, la narcisista lo difamará frente al entorno. Al mismo tiempo seguirá controlando cada movimiento de su víctima, hostigándolo.

El padre sufrirá al ver que no puede hacer nada para neutralizar las manipulaciones, al igual que ninguno de sus seres queridos pudo hacer nada con él cuando la psicópata lo captaba en la fase del bombardeo amoroso. Estadísticamente, cerca del 90% de los abusos sexuales son perpetrados por hombres. Una psicópata va a aprovecharse, sin ningún tipo de remordimiento, de los movimientos que con la más noble de las intenciones intentan proteger a mujeres y niños. 

Aquí se concreta la destrucción total de la integridad de la víctima: Lo acusará de abuso sexual (puede ser hacia ella o hacia los niños) y también de maltrato. La víctima tendrá que luchar por su inocencia. Experimentará un terrible desgaste económico y psicofísico. Los hijos quedarán muy dañados, llenos de conflictos por el ataque a la percepción que les hizo la psicópata. Finalmente, la víctima quedará arrasada por un sentimiento de impotencia, indefensión e injusticia.

Lamentablemente, este tipo de personas algunas veces suelen empañar con las acciones fruto de su psicopatía, los reclamos legítimos de todas las víctimas de abusos y la lucha de quienes, día a día, dedican tiempo, esfuerzo y medios para conseguir verdaderos avances en la igualdad de géneros.