martes, 15 de junio de 2021

Víctima

 Los que trabajamos a diario para combatir este mal social y ayudar en el proceso de recuperación de las víctimas, observamos algunos factores en común cuando llegan al consultorio: Todas están colmadas de culpa, confundidas, consumidas en sus propios cuerpos, sin poder poner en palabras lo que sufren.


A los terapeutas nos lleva mucho tiempo hacerles comprender su inocencia debido a que vienen de otras experiencias con gurús espirituales, coaches, counselors o influencers. O con profesionales de la salud mental que no son especialistas en el tema. Todos quienes les niegan la condición de víctima.


Y es que no es lo mismo ser víctima que victimizarse.


Ser víctima no es victimismo. A ver si de una vez por todas comprendemos que las violencias y los abusos son siempre responsabilidad de quienes las ejercen. Nunca de los damnificados.





Mientras no lo entendamos, las victimas sufrirán en silencio, agotadas de escuchar que son ellas quienes permiten y permanecen en una posición gozosa.


Entendamos que las técnicas de manipulación de estos depredadores encubiertos son de “alta tecnología”. Pedimos encarecidamente que se deje de responsabilizar a las víctimas de los abusos que sufren bajo la sombra de un psicópata. Los abusadores actúan con alevosía, premeditación, con ventaja y de una manera sutil. No es una situación en particular lo que desestabiliza a la víctima; sino la suma de manipulaciones que en conjunto dan como resultado el “ciclo del abuso encubierto”. Y esto hace que sea indecible para quienes lo padecen y desconocen el tema. Las teorías del espejo, del grado de conciencia y de que vibramos en una frecuencia determinada, demuestran una gran falta de conocimiento del modo de actuar de la tríada oscura (personalidades psicopáticas, maquiavélicas y narcisistas malignos).


Un psicópata entra por las grietas de la víctima, por sus vulnerabilidades.


La condición humana implica tener vulnerabilidades (pueden ser crónicas, de largo, medio y corto plazo) así que hasta la persona más inteligente, espiritual, con autoestima elevada, apego seguro e iluminada puede llegar a caer en la depredación de un psicópata. Con esto no queremos decir que nunca se sale del lugar de víctima: pero para poder salir hay que asumirse como tal, comprender la inocencia y convertirse en una amenaza para estos seres. Entiéndase por amenaza lo que siente el sicópata cuando se dan cuenta que tenemos información y conocemos la terminología sobre este tipo de abuso.


Si el Dr. Robert Hare* dice que aún después de decenas de años en los que investigó el comportamiento psicopático, él tampoco está exento de caer en la seducción y en las garras de alguno que jamás actuará de manera torpe; nadie está inmune a ser seducido por un perverso narcisista. Vale aclarar que no estamos hablando de “relaciones tóxicas” en donde dos adultos se relacionan de manera insana o donde hay dos personas que se llevan mal. Nos referimos a cuando un abusador, de manera consciente con una metodología muy encubierta decide depredar a un ser humano. Aniquilarlo con la manipulación hasta dejarlo en estado de agonía.


Aunque las víctimas favoritas pueden ser personas empáticas, buenas, generosas, con altos valores, altruistas y las mismas les resulten más fáciles de manipular, cualquier persona puede ser víctima de un psicópata de una u otra manera.


Como dice el Dr. Iñaki Piñuel: “Quienes propagan el falso mito de la existencia de complementarios, justifican las peores actuaciones psicopáticas asignando a las víctimas la culpa de lo que sufren. Un psicópata no requiere, para ser lo que es, de una complementaria. Lo es por sí mismo, así fuese el último ser vivo sobre el planeta”.


Aquellos que re victimizan a la víctima suelen hacerles preguntas retóricas del tipo de: ¿Qué es eso de sentir ira o rabia contra tu ex-psycho? ¿De qué te sirve desgastarte en la furia cuando tu ex-psycho ya está en otra cosa?


Esto es el resultado de no entender que fuiste una pura víctima. No rechaces esa palabra: VÍCTIMA...acéptala. Ni masoquista, ni complementaria, ni nada... ¡VÍCTIMA!

Por favor, dejemos de responsabilizar a las víctimas de los abusos.


*Profesor emérito de la British Columbia University, uno de los más reputados investigadores en el campo de la Psicopatía y la Sicología Criminal.

El duelo más difícil

 




Inimaginable suponer que se está entrando al Ciclo de Abuso Narcisista. Y que aquel ser que la persona está conociendo, es un personaje hecho a la medida de los sueños y deseos de la víctima. ¿Cómo duelar la pérdida de una relación que nunca existió? ¿Se puede elaborar el duelo de una persona que no existe y que, como dijimos nunca existió? Lo primero que tiene que entender una víctima de manipulación patológica es que la persona a la que extraña, por la cual sentía tanto amor, con la que tenía tantos proyectos e ilusiones, nunca fue real.


No se trata de una relación en la cual hubo un desgaste y se acabó el amor. Tampoco se trata de dos personas que crecieron en un camino con senderos que se bifurcaron y ya no tienen cosas en común. Lo que mostraba el narcisista en la fase del bombardeo de amor era una farsa. Los narcisistas no tienen doble personalidad, poseen una sola que es la auténtica y a la cual camuflan y maquillan de modo cosmético para poder seducir, manipular y encantar a sus víctimas. El maquillaje es una máscara que esconde una personalidad fraudulenta. Es la visión cosmética de la relación, la que lleva a la víctima a decir “lo amo” “lo extraño”. Pero, ese ser no existe, nunca existió y jamás existirá. La supuesta “alma gemela” era un fraude.


Lo que sí era real era el amor que la víctima sintió por el narcisista. Eso fue real y esto dificulta la comprensión de que depositó su corazón en un personaje fraudulento, viviendo una verdadera estafa emocional.


Lo que tiene que comprender la víctima es que no se puede perder lo que nunca se tuvo. Este es un duelo del orden de la falta, no es un duelo de una pérdida.


“No se está perdiendo a nadie y lo que se pierde esta buen perdido”, bienvenida esa pérdida. El duelo será por la ilusión. El dolor es por el engaño, la manipulación y por lo siniestro de entender que todo era mentira.


Se llora por la traición.


Algunas personas extrañan el anillo en el dedo anular, les duele no tener la foto de la familia que soñaron, la identidad que les daba pensar que estaban en pareja.


Las víctimas sufren por la pérdida de la imagen social que proyectaban, cuando pensaban “que no estaban solteros”. Aunque con su pareja narcisista nunca tuvieron un vínculo de verdadera intimidad.


El duelo no es de la relación.


La pena de amor es por uno mismo, por no haber construido una intimidad genuina y tener que duelar la parte de uno que muere con la caída de la ilusión.


La víctima siente que dio todo lo que tenía y es normal que piense que nunca más va a poder estar con alguien. Cuando se acepta que este duelo es por la falta y no por la pérdida, se empieza a experimentar cómo se abren nuevas posibilidades. “Sacarse a un narcisista de encima” es la mayor liberación que le puede suceder a un ser humano. Jamás se podría imaginar que las lágrimas derramadas luego del descarte son por el amor que desea tener; pero que nunca estuvo ni estará en un vínculo con el manipulador patológico.

miércoles, 2 de junio de 2021

Abuso sexual infantil

 



Como ya venimos hablando en esta columna, los psicópatas integrados se camuflan y logran legitimarse socialmente.

¿Todos los abusadores sexuales son psicópatas? Si bien no todos los psicópatas son pederastas, hay un porcentaje que sí lo son y un porcentaje de estos puede llegar a abusar de sus propios hijos. Un pedófilo es alguien que tiene fantasías sexuales con niños y no necesariamente se instala en una posición psicopática. En cambio un pederasta (aquel que abusa sexualmente de un niño)si es un psicópata, que cosifica al niño y hace uso de él al pasar al acto. Es importante recalcar que los abusadores no necesariamente van a ser personas agresivas ni violentas en lo fenomenológico. Nada los distingue de un neurótico común y corriente que no cometió mayores delitos. Lo que hay que evaluar es otra cosa más allá de la conducta.

El DSM al referirse a los abusos sexuales, afirma que en general, las personas que abusan sexualmente de un niño son miembros de su propia familia o conocidos muy próximos. El niño suele conocer a su agresor sexual. Estos agresores suelen ser personas que interactúan habitualmente con el niño y que pueden tener fácil acceso a él. Son además personas que a los ojos del niño están en una posición de autoridad y poder y en las que el este deposita grandes dosis de confianza.

Frente al abuso sexual, los niños suelen reaccionar habitualmente con miedo, culpa y vergüenza. Muestran reticencia a revelar el abuso que han sufrido y, con una mezcla de temor y tolerancia para con su agresor. En numerosos casos, estas personas también tienen la tarea de protegerlos; con lo cual la confusión y el sentimiento de culpa de los chicos se hace aún mayor. La reticencia de estos a hablar también se debe a que en muchos casos sus agresores los amenazan con herirlos, matarlos o abandonarlos (a ellos u otros miembros de su familia) si cuentan el hecho a alguien. O si la situación se hace pública. Por todo esto, la verdadera cifra de abusos sexuales infantiles es muy difícil de calcular y tiende a estar sub-estimada. La actuación de los médicos que, ante la dificultad para obtener pruebas enteramente confiables y la incertidumbre sobre el futuro del niño, tienden a ser más bien reticentes a reconocer al abuso y efectuar la denuncia; e incluso de la justicia con su tendencia a victimizar por segunda vez a la víctima (aunque luego de algunos cambios recientes, esto ocurra menos que antes) también colaboran de alguna manera a mantener esta tendencia a que las denuncias no sean fácilmente realizables y que por lo tanto las estadísticas tienden a estar, como ya dijimos, sub-estimadas.

En muchos casos, tampoco las familias son muy proclives a realizar denuncias, ya que dado que el agresor suele ser un miembro activo del grupo familiar (muchas veces, incluso, es quien aporta una parte importante de los ingresos de dicho grupo), las familias suelen tener miedo de romper su unidad si denuncian el abuso. Los ciudadanos y profesionales también se sienten con dudas a la hora de denunciar, ya que temen que el niño sea re victimizado por las instituciones policiales y judiciales (por ejemplo, que deba declarar sobre el abuso en presencia del agresor o que sea retirado de su núcleo familiar para ser “protegido” e internado en una institución, etc...

Frente a la comentada dificultad del entorno y del propio niño para efectuar la denuncia, tampoco existen pruebas físicas que sean definitivas e irrefutables para comprobarlo y que puedan actuar como “contrapeso” para facilitar dichas denuncias. Existen indicios e indicadores físicos que pueden hacer presumir la agresión y entre ellos podemos mencionar principalmente a las magulladuras, el prurito, el dolor en la zona genital y a las hemorragias vaginales o rectales. 

También, aunque se trata de signos menos directos, a las infecciones urinarias recurrentes, la presencia de flujo vaginal, la aparición de enfermedades de transmisión sexual y la dificultad para caminar o sentarse. Este segundo grupo de indicios, como dijimos, es menos directo; pero no por eso deben ser descartados y se los debe tomar en consideración. Deben despertar sospechas que lleven a una profundización del análisis de cada situación. Tampoco hay comportamientos (conductas) específicos del niño que prueben que ha habido abuso sexual. Pero no obstante, también existen algunas conductas significativas que permiten inducirlo. Una de las más habituales es la de aquellos chicos que saben excesivos detalles acerca del acto sexual antes de la edad en que normalmente deberían conocerlos. Los niños no pueden describir algo que no conocen con lo cual, cuando describen con detalle estos actos, es porque han sido testigos de actividades sexuales o han participado de ellas. Los que no pueden hablar y comunicar lo que han vivido, suelen expresarlo a través de los contenidos de sus juegos e incluso pueden comenzar a tener conductas sexuales con sus pares. 

Otras conductas que pueden ser tomadas como indicios son los comportamientos excesivamente agresivos o el repentino temor hacia los adultos.

Por otra parte, hay que tener presente que en los casos en los que el niño logra revelar información sobre una agresión sexual recibida, es muy posible que luego se retracte o que la ansiedad le impida que el relato sea completo, mucho más cuando sigue en contacto con el agresor y teme su represalia.

El grado de vulnerabilidad a las secuelas de estas agresiones depende del tipo de abuso, su cronicidad, la edad del niño y el tipo de relación global entre la víctima y su agresor. Los efectos psicológicos y físicos pueden ser duraderos y devastadores. El niño estimulado sexualmente por un adulto siente ansiedad y sobre excitación; pierde la confianza en sí mismo y se vuelve receloso de los adultos. La seducción, el incesto o la violación constituyen factores que predisponen a la formación posterior de síntomas (como fobias, ansiedad o depresión). Aquellos niños que han sido agredidos sexualmente tienden a estar híper-vigilantes frente a la agresión externa, lo que se expresa en incapacidad para combatir sus propios impulsos hacia los demás o la hostilidad de otras personas hacia ellos.

Los trastornos por estrés post-traumático y los trastornos disociativos son comunes en adultos que han sufrido abuso sexual en su infancia. Muchos niños víctimas de abuso sexual cumplen los criterios diagnósticos del Manual de Siquiatría DSM IV-TR para, por ejemplo, un Trastorno de Estrés Post-traumático. Son comunes también los síntomas depresivos, combinados con vergüenza, culpa y sentimientos de daño permanente.

No hay ningún tratamiento para los psicópatas, porque es una manera de ser en la vida, si van a estar sueltos en la sociedad van a seguir abusando, porque esa es su condición sexual.

Negligencia




 


No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono. 

Vivir con repetidas experiencias de abandono crea “vergüenza tóxica”. La vergüenza surge del doloroso mensaje implícito en el abandono: “No eres importante, no eres de valor”. El niño carga con la vergüenza que sus progenitores abandónicos no poseen. Cuando un progenitor psicópata sin responsabilidad emocional embaraza a una mujer en condiciones emocionales muy precarias y sin recursos de ningún tipo (psicológicos, espirituales, materiales, culturales y de fuerza física, sin trabajo, sin entorno sano de contención), ¿qué puede llegar a ocurrir?
El abandono físico o emocional en el niño es tratado por Kaplan en su Manual de Psiquiatría bajo el nombre de “Negligencia de la Infancia” y también dentro del capítulo de “problemas relacionados con el abuso o negligencia” en el D.S.M. (que recordemos, es libro de referencia de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría). 
Kaplan afirma que, si bien muchas veces no muestran signos evidentes de haber sido golpeados o apaleados, los niños maltratados suelen presentar múltiples signos de privaciones, tanto a nivel físico (mala nutrición; desnutrición; etc) como emocional. Y que como consecuencia, estos niños a los que se suele llevar al hospital o a un médico privado, suelen presentar un historial de falta de progreso, desnutrición, higiene cutánea deficiente, irritabilidad, retraimiento u otros signos de desatención psicológica o física.
Quienes sufren estas privaciones pueden llegar a tener un retraso del crecimiento que se haga evidente antes del primer año de vida. Las privaciones hacen que su desarrollo se altere drásticamente. Pueden llegar a ser incapaces de establecer interacciones sociales adecuadas. Hay casos en los que son evidentes en el niño un hambre excesiva; infecciones crónicas; una higiene deficiente; vestimenta inadecuada o incluso desnutrición.
En lo que tiene que ver con su conducta, los niños con privaciones o desatenciones crónicas pueden llegar a demostrar su falta de afecto mostrándose indiscriminadamente afectuosos incluso con desconocidos o, por el contrario, reaccionar mostrándose socialmente no-reactivos incluso en un ambiente familiar. Al no presentar signos evidentes de maltrato; el abandono se hace difícil de diagnosticar. En este tipo de problema los indicios pasan por evidencias menores de privación, ya sea física o emocional. El profesional que interviene debe prestar atención a los antecedentes del niño; a su aspecto y a su conducta. Son niños que, como ya ha sido comentado, suelen tener antecedentes de desnutrición; infecciones crónicas; mala higiene; retraimiento, etc.
No sólo los psicópatas abandonan a sus hijos, también hay víctimas de estos que suelen ser personas abrumadas, deprimidas y aisladas. El desempleo, la separación conyugal y el consumo de sustancias pueden agravar la situación. Según Kaplan, existen varios estereotipos posibles de madres que desatienden a sus hijos: Algunas son jóvenes, inexpertas, aisladas socialmente e ignorantes; lo que les impide temporalmente estar capacitadas para cuidar de ellos. Otras, tienen conductas pasivas y retraimiento crónicos, posiblemente porque han crecido en ambientes caóticos, abusivos, y también negligentes. En estos últimos casos, cuando intervienen los servicios de asistencia social, las madres en general aceptan ayuda. Las mujeres que tienen trastornos mentales graves son muy difíciles de asistir, dado que consideran a sus hijos como seres malvados o que expresamente las están volviendo locas. 
Finalmente, creemos importante mencionar que pueden darse dos tipos de abandono:
● El abandono físico: aquella situación en que las necesidades físicas básicas del menor como por ejemplo alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en situaciones potencialmente peligrosas o cuidados médicos, no son atendidas temporalmente o en forma permanente por ningún miembro adulto del grupo que convive con el niño.
● El abandono emocional: consiste en la falta persistente de respuestas a señales (llanto, sonrisas), expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño y la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta estable.
Es importante poder diferenciar todos estos casos aquí mencionados, de la “Violencia Vicaria”, que es cuando el Psicópata utiliza a los hijos, causándoles daño para así seguir maltratando a su ex pareja. Ahondaremos sobre esto en próximos artículos.No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono.

El pasivo-agresivo

 

  • Raúl y Jimena están empezando a conocerse. Ya son varias las veces que Raúl le comenta a Jimena en momentos de intimidad, lo hermosa que le parece su mejor amiga y le hace saber que le gustan “todas las mujeres del universo”.
  • A Pamela le encanta bailar salsa; pero desde que está en pareja con Nicolás, dejó de ir a las “salseras” ya que a su novio le da celos. Para el cumple de Pamela, ella invita a sus seres queridos a una cena y luego las amigas le proponen ir a bailar al que era su lugar favorito. Ella mira a Nico esperando su aprobación y él le dice que, si, que vaya. Esa noche, cuando regresa a su casa, Nicolás la ignora por completo y así ocurre por las siguientes dos semanas. Al otro mes, la mejor amiga de Pamela festeja su cumpleaños. Nicolás le dice que la va a acompañar; pero un rato antes pierde el tiempo y tarda tanto en prepararse que llegan a la fiesta cuando está terminando.
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    • Cuatro estudiantes se juntan para preparar un trabajo para la facultad. Romina propone una idea y todos parecen estar de acuerdo. Sin embargo, Laura se resiste a desarrollar el plan. Cuando pactaron hacer la propuesta de Romina, todos dijeron estar de acuerdo; per a la hora de hacer su parte, Laura no cumplía con los plazos, llegaba tarde a las reuniones y redirigía el trabajo para un terreno muy diferente al acordado en un principio.

     

    • Ana no se siente bien, está con muchas náuseas y se siente muy débil. Su marido, Martín, la ve recostada en la cama y de repente decide poner la música a todo volumen, ignorando completamente a su compañera. El individuo pasivo-agresivo puede mostrar indiferencia, hostilidad y castigo hacia la persona que meta-comunica algún comportamiento pasivo-agresivo. Suena como un trabalenguas ; pero es así de real.

       

      Veamos: Si alguien le expone el conflicto, se rehúsa a hablarlo. Lo negará o hará como que no existe. Hay una desconexión entre lo que la persona dice y lo que hace, ya que no verbaliza lo que le molesta; pero sí lo expresa a través del enojo, la hostilidad e indiferencia. El orgullo y el miedo le impiden expresar sus necesidades de manera asertiva.

       

      Suele decir que todo está bien; pero luego hay una discrepancia entre sus palabras y acciones.

       

      Vamos a diferenciar dos estilos diferentes de comunicación pasivo-agresiva:

       

      Por un lado está la comunicación pasivo-agresiva abierta. Son ejemplos: el tratamiento silencioso, el hombro frío y la ley del hielo

       

      Por otro lado la comunicación pasivo-agresiva encubierta. Procastinación. llegadas tarde, cancelaciones de último momento y olvidos recurrentes, son comportamientos más sutiles que generan mucha confusión en el receptor y lo llevan a la pregunta de “¿Estaré siendo muy susceptible?” “¿Seré yo el que está equivocado?”

      Cuando una persona transmite un mensaje en un canal de comunicación; pero en otro dice otra cosa, nos encontramos ante lo que los psicólogos denominamos "dobles mensajes", tema del que hablamos en una columna anterior. El problema aquí es que el receptor no va a saber a qué canal prestarle atención. Posiblemente entre en una disonancia cognitiva, es decir en un estado de confusión y parálisis en el que su cuerpo registra la alarma de la incoherencia e incongruencia.

       

      Es que el doble mensaje es un espacio sembrado en el que el receptor sabe que el emisor está queriendo decir algo, pero el receptor no lo va a poder demostrar, ya que si al manipulador se le dice algo, va a decir que el receptor sobredimensiona, que no tiene sentido del humor y que exagera.

       

      Las personas pasivo agresivas se valen de un estilo de comunicación indirecta, opaca, sucia y perversa.

       

      Por ejemplo: Aunque Fabián le diga a Claudia que le gusta, que le encanta estar con ella, que es increíble y la mejor en la intimidad; simultáneamente le dirá que no sabe lo que quiere y que tampoco sabe si puede tener una relación seria con ella. Claudia intenta justificar su actitud y lo espera; pero está atormentada porque en su interior siente que a él, ella no le importa. Esa sensación se anestesia cuando está con él; pero Fabián aparece y desaparece como un conejo de la galera. Hasta que un día Claudia decide navegar hacia aguas más calmas porque se da cuenta que es ella la que no quiere estar con alguien que duda tanto, ya no le gustan los que dan tantas vueltas ni los que tienen tantos miedos y “escudos”, porque ahora sabe que el amor es sólo para los valientes.

La negación del GET (negación del divorcio de la ley judía)

 

Negarse a conceder un get se encuadra dentro de lo que la ley denomina violencia simbólica. Un hombre que se niega a conceder el get a su esposa está abusando de sus privilegios según la ley judía y está buscando controlarla de una manera extorsiva. El hombre que no concede el Get es un abusador. Con frecuencia, cuando un hombre no quiere otorgar a su mujer un get, esto es una prolongación de los comportamientos controladores, abusivos y agresivos que estuvieron presentes durante la convivencia, tales como el abuso físico, emocional, económico y sexual.

Las personalidades manipuladoras son imposibles de detectar al comienzo de una relación debido a que construyen un personaje a la medida de su víctima y a su vez trabajan en el entorno. Suelen ser encantadores y en una primera fase bombardean de amor a su presa. Una vez que la tienen bajo sus garras comienza la fase de devaluación en dónde la víctima conoce en infierno en vida. Es muy perverso pretender que un psicopata otorgue un Get ya que es sabido que estos seres gozan con el sufrimiento de su víctima. Y a su vez se les está otorgando muchísimo poder para hacer una práctica de la cual disfrutan, nos referimos a la extorsión. Como comunidad nos urge encontrar las medidas protectoras para liberar a las mujeres encadenadas y tomar los pasos que sean necesarios para garantizar su seguridad y felicidad, y la seguridad y felicidad de sus hijos/as e hijos/as futuros/as.

Muchos battei din (tribunales rabínicos) consideran que es una obligación moral ayudar a una mujer maltratada a alejarse de su esposo y obtener un get. Todo lo que quite la posibilidad de pensar, de decir y de hacer libremente es del orden de la violencia emocional. Si nos quedamos callados ante estos abusos somos parte del entorno enfermo dejando la tierra fértil para que los psicopatas integrados puedan dar rienda suelta a sus acciones abusivas que satisfacen sus necesidades especiales.

La ira

 

La ira es un sentimiento de resistencia a algo que está ocurriendo y no estamos dispuestos a tolerar. Es la energía del crimen, por que siempre mata algo. Pero también es el combustible de la construcción siempre y cuando podamos sostenernos internamente, comprendiendo que es una energía poderosa y canalizándola hacia algo constructivo.

Cuando se siente ira es bueno realizar acciones productivas para dirigirla, como ordenar, limpiar, caminar o lo que a cada uno le sirva. Es decir, poner en acción esa energía para algo constructivo porque si la dejamos seguir por su propia vía, si la dejamos salir, como nieve se produce una avalancha y siempre destruirá algo, nos llevará puestos.


Es normal el deseo de recibir atención, admiración y reconocimiento por parte del entorno; pero los narcisistas patológicos reaccionan con “ira narcisista” si no se les brinda la atención que demandan, por que de ese modo se les retira el combustible que necesitan para nutrir su baja autoestima y entonces buscan otro tipo de suplemento para nutrirse: las emociones negativas de sus víctimas.

De qué se trata este tipo de ira?

Son estallidos emocionales o manipulaciones pasivo-agresivas. Y la suma de la acciones que hacen para descargar su ira suele desestabilizar a la víctima. Cuando se sienten amenazados, van a utilizar todo un arsenal de recursos para herir a la persona que “provocó” su ira.


La ira como herramienta cuando no se tienen herramientas: 
Los narcisistas patológicos saben qué botones apretar para llevar al límite a su pareja. Recuerdo un caso en que el narcisista escuchaba música electrónica muy fuerte en un monoambiente y su pareja embarazada, con náuseas y agotamiento le rogaba que baje el volumen; pero el narcisista lo subía cada vez más. Cuando la pareja reaccionó con ira, con llantos, gritos de angustia e incluso insultos, el manipulador le dijo “ves que estás loca, desequilibrada mental, hacete ver, andá al psiquiatra”, “estás del tomate”.

La persona que expresa la ira se siente muy mal consigo misma, siente que no es una buena persona y queda desregulada a nivel emocional. 
Lo que ocurre en una relación con un narcisista patológico es que la víctima actúa la violencia de su agresor. En el ejemplo de este relato, el estallido emocional de la embarazada fue inducido adrede por el sicópata para poder acusarla de loca, hacerla sentir mal y manipularla con mayor facilidad en el futuro. Sumado al combustible de primer nivel que implica el estallido de ira de la víctima y del cual el narcisista se alimenta.


Luego de un ataque de ira, la víctima se siente fatal. No se reconoce a sí misma. Piensa que algo muy malo está pasando con ella. Y siente culpa.
Otra vez más estamos ante el golpe maestro del manipulador que juega a ser la víctima de su víctima.


La víctima no logra imaginarse ni por un segundo que ese estallido emocional fue un atisbo de la salud mental que el narcisista ansía quitarle. Esas reacciones demuestran que todavía no tiene el “síndrome de la indefensión aprendida” en donde los damnificados pierden todo tipo de esperanza y se sobreadaptan al maltrato del agresor.


Las víctimas deben saber que adrenalina de la discusión es adictiva, para el sicópata y para la víctima.

Es imposible poder resolver el conflicto con un sicópata sin el reclamo iracundo por eso la única salida es el contacto cero.


La virtud de la ira es la paciencia. Y si bien es difícil tener paciencia en el momento de la ira, recordemos que la toda paciencia debe terminar cuando comienza el abuso. Por eso remarcamos tanto que la salida de estas situaciones es el contacto cero.


Abrazarse a uno mismo con los brazos y el corazón y perdonarse, ahí empieza la recuperación.


Lo que nos lleva a sentir ira siempre es una señal muy valiosa, lo que nos daña es darle rienda suelta a esa ira.