domingo, 21 de febrero de 2021

Una solución Espiritual. Cuando hablamos de un vínculo con un Narcisista patológico, no hay paridad. No hay pareja.



 Lo que sí hay es un vínculo tóxico del cual hay que salir para poder sanar. Decir “lo amo mucho”, “nos amamos”, constituye una visión cosmética del vínculo, en donde hay un maltrato de base.






Lleva mucho tiempo acompañar a una víctima de abuso para que entienda que no fue abusada, porque no tenía una buena autoestima. Por amar demasiado, por ser codependiente o por falta de amor propio. La víctima, fue abusada porque una persona abusiva quiso aprovecharse de ella. La única verdad científica es que el damnificado es inocente del engaño, de la manipulación y del mal que otro individuo le hizo. Nada hay que justifique la destrucción y el atropello en manos de un psicópata integrado.

A nadie se le ocurriría preguntarle a una persona que fue sorprendida por un motochorro qué tuvo que ver en eso que le pasó cuando lo arrastraron varias cuadras porque no se le desprendía la mochila que colgaba de su espalda.

Una vez que la víctima acepta su inocencia y que el abuso y el maltrato no fueron su culpa; sino del abusador, recién ahí podrá trabajar de manera adecuada en su autoconocimiento y aceptación.

Poder reconocer nuestras vulnerabilidades nos hace más fuertes y menos manipulables.

Siempre tendremos grietas por donde seremos permeables a que un manipulador entre. Pero al reconocer nuestros miedos más profundos y nuestros deseos más atesorados, seremos mucho más fuertes en visibilizar nuestros límites y aprender a decir que NO cuando alguien avance sobre ellos.

No vinimos al mundo para complacer a los demás.

En ese momento en donde se es “eso que el otro quiere”, nos olvidamos de nosotros como sujetos. Nos olvidamos de lo que nosotros queremos y del autocuidado. Nos convencemos de que somos complacientes porque esa fue nuestra voluntad, cuando no fue así. Porque lo hacemos para “que nos elijan”, para que “se queden con nosotros”. Entonces por un instante volvemos a ser esos niños que lo único que deseaban era ser amados y aceptados ante la mirada de sus padres; muchas veces haciendo lo que sea para ser obedientes y cumplir con el reglamento de un hogar rígido en donde no había límites; sino un estatuto que si se cumplía seríamos aceptados, de lo contrario seríamos los raros… el chivo expiatorio.

En la edad adulta, esto se reedita cuando la persona va moviendo sus límites, aceptando cualquier cosa para complacer a los demás. A eso le llamamos “contentar a los padres”. Queriendo ser lo que el otro quiere, completando al otro.

Recordemos que vinimos a este mundo para hacer algo único. Lo que sea; pero de manera amorosa y sagrada.

Si podemos concebirnos de este modo, entonces nuestras acciones tendrán importancia y entenderemos que no es lo mismo pasarla bien que pasarla mal. No es lo mismo quejarnos de nuestra desgracia que preguntarnos: “¿Para qué me puede estar ocurriendo esto?”.

Este punto de vista puede modificar sustancialmente nuestra calidad de vida.

Podemos darle un sentido a nuestra esencia y alimentarla para que se luzca en lugar de seguir errantes por la vida sin ver cuáles son nuestros límites, y luego que otros puedan avanzar sobre ellos porque pensamos: “Total: ¿ quién soy yo?”

En la medida en que sigamos pensando que no somos suficiente. Que no somos lo suficientemente buenos, estaremos esperando que otro, más “inteligente, bueno, autosuficiente, poderoso o valioso” nos venga a salvar.

Por eso el trabajo implica el poder ser más amorosos con nosotros para decirnos ante nuestros errores: “te equivocas como todos y ya.” “No busques un salvador a quien seguir”. “Busca qué hay allí, en eso que te está sucediendo.”

Hay tres pilares para poder acceder adentro de uno y hacer este trabajo de recuperación:

1-Paciencia

2-Confianza en el plan de la vida

3-La certeza de que todo ocurre para bien.

“Hay que morir a la vida que traíamos para poder abrirnos a la vida que nos espera” escuché decir a la Lic. Inés Olivero.

Cuando la persona logra trabajar a fondo en su autoestima, hay situaciones que se resuelven naturalmente. Pero mientras no haya una base sólida, la fantasía de lo imposible, de lo deseado, de lo esperado socialmente, nos tortura.

Y la verdad es que de lo único que hay que ocuparse es de amarse en cada detalle de cada día de nuestra vida. Y amarnos de la manera más sencilla y cálida posible.

Somos seres sagrados. Lo somos aunque nadie nos enseñó que lo éramos.

Empezar a trabajar en nosotros mismos eludiendo el fantasma de la minusvalía, el sentimiento de inadecuación el sentirnos diferentes ante la importancia que los demás nos puedan dar o que nosotros les otorgamos. Comenzar a trabajar con nuestra autoestima, con el respeto por la vida y los talentos que cada uno tiene es el camino de la recuperación.

La trampa es la ilusión. Desilusionarse es un paso importante porque la ilusión es falsa. La realidad es mucho más simple y tranquila que el fuego interno que quiere desbordarse en una experiencia con un psicópata adaptado. Es la ilusión de pretender hacer el amor en la boca del volcán en lugar de estar más tranquilo.

No hablamos de sanación debido a que la huella que nos enfermó es mucho más poderosa que la que vamos trazando día a día. Aunque estando en estado de alerta constante, podremos lograr una vida mucho más satisfactoria. Pero este, es un tema que trataremos mucho más adelante.


martes, 9 de febrero de 2021

Desigualdad. En el libro “El buen amor en la pareja” de Joan Garriga nos encontramos con el capítulo “Las cinco condiciones para el bienestar en la pareja” en donde relata el sufrimiento que genera empecinarse en amores imposibles.





 Lo tremendo es tener la ilusión de que el otro algún día cambiará y por fin se ajustará a lo que deseamos. 

Hay condiciones que facilitan o dificultan las relaciones. Garriga explica los cinco criterios que aprendió de Swami Prajnanpad para que una pareja logre la armonía y sus asuntos sean alegres y serenos:

La primera condición es QUE SEA FÁCIL. Que fluya sin demasiado esfuerzo. Que no tengamos que malgastar grandes cantidades de energía en emociones y no se nos obligue a luchar contra estas. Que no se creen dramas y tragedias y se logre el bienestar. Todo se devuelve con naturalidad y las cosas resultan gráciles. Propone juntarnos con personas cuyo estilo afectivo encaje bien con el nuestro.

La segunda condición de Prajnanpad es que se trate de dos naturalezas no demasiado incompatibles, no demasiado diferentes. Que la comprensión del otro no esté más allá de nuestras capacidades. A menudo la fascinación amorosa ignora con soberbia la incompatibilidad de dos naturalezas. 

Aquí lo importante es ser capaces de comprender y respetar el mundo del otro tanto como el propio.

La tercera condición es que los miembros de la pareja sean verdaderos compañeros, que se sientan como tales, acompañados ya que el otro es también un amigo. Que puedan compartir sus peculiaridades, gustos, intereses, diferencias, complicidades. Que haya comprensión entre ambas partes.

La cuarta condición es tener fe y confianza plena en el otro. Que no sea necesario temer, desconfiar o protegerse para poder reencontrar un corazón inocente. Que el otro nos inspire una completa confianza sobre la que se pueda cimentar un amor duradero y susceptible de crecimiento. Que tengamos la convicción de que el otro no nos va a dañar.

La quinta y última de las condiciones es el deseo espontáneo de que el otro esté bien. 

El deseo de que esté bien por encima de nuestros miedos o carencias. Se trata de encontrar la propia felicidad con la plenitud del otro. 

Las parejas que cumplen algunas de estas condiciones la pasan mejor que las que no lo hacen.  Otro ingrediente para agregar a los cincos anteriores es el equilibrio en el dar y el tomar. 

Aquí comienzan los problemas con quienes poseen un trastorno narcisista de la personalidad. Seres expertos en crear asimetría en sus relaciones en donde sutilmente generan una deuda que el otro la aceptará sin cuestionamientos y la vivirá con mucha incomodidad. Se sentirá pequeño y dependiente mientras que el narcisista se sentirá superior, grande y con derechos.

Los narcisistas patológicos van a vincularse con exceso de desigualdad en cualquier área de su vida.  

Esta desigualdad los posicionará en un lugar de superioridad que dará despliegue a la desvalorización y el menosprecio de lo que haga su compañero. De manera sutil irá traspasando los límites del otro con comentarios sutiles de desprecio hacia las actividades e intereses que el partenaire va a compartirle.

Un ejemplo de desigualdad se podría ver en una relación de pareja cuando se establece un acuerdo en la distribución de los roles (atravesados por el patriarcado). Si el narcisista tiene habilidades para generar recursos económicos, materiales y territoriales, le hará saber a su víctima que “lo suyo es suyo y lo de los demás…también lo es.” Descalificando los roles de crianza y las tareas domésticas, generando desorientación en la víctima (que cumpliendo su parte de lo acordado se sentirá perdida al no contar con la libertad de disponer de lo que el narcisista tenía que proporcionar a la sociedad conyugal). Con este modo de vincularse vivirá situaciones de mucha perversión, sometimiento y opresión.

No será posible establecer un lazo de reciprocidad y el narcisista irá monopolizando el poder. Cualquier interés de la víctima puede servir para que el psicópata muestre su disgusto con indiferencia, enojo y castigo. Esta desigualdad que va creciendo con el paso del tiempo es la razón por la cual las cosas con ellos nunca podrán ser simples y sencillas.

Las relaciones saludables no deberían ser complicadas. Las personas emocionalmente equilibradas no se dedican a generar discordia, caos y complicaciones sólo por deporte. 

Muchas de esas relaciones a las que denominamos “complicadas” son en realidad vínculos con algún narcisista patológico en donde uno trata mal al otro mientras que ese otro hace intentos desesperados porque algo cambie, porque su pareja muestre su amor, respeto y consideración.

Los psicópatas integrados más encubiertos saben qué botones apretar para jalar los hilos emocionales y cuando su víctima reacciona y pone un límite, dirán que la complicada es ella. Recordemos que cuando un narcisista es pasivo-agresivo, la víctima puede actuar la violencia del otro quedando expuesta y sus reacciones le servirán al verdugo para manipularla y “demostrarle” quién está desequilibrado.

Nuestros vínculos nos definen, hablan de nosotros. Para construir una pareja no hay recetas, lo que sabemos es que no tenemos tanto tiempo para perder viviendo en el Infierno al que invitan los psicópatas encubiertos. Es hora de aprender a sentirnos mejor...ya sea acompañados o solos.


jueves, 4 de febrero de 2021

Nueve Mitos. Los Psicópatas Integrados y los Narcisistas Encubiertos coinciden en su capacidad de camuflarse cual camaleones entre el común de la gente.



Lo hacen porque desde una edad precoz notan que hay algo muy diferente en su forma de ser, razón por la cual comienzan a estudiar el comportamiento de esos otros tan distintos a ellos. Analizan la lógica, los movimientos, las emociones, sus expresiones, forma de vestir, características físicas y ponen especial atención en la gestualidad que más adelante querrán copiar. 

Los seres humanos empáticos no logran comprender la lógica del psicópata ni sus necesidades especiales. Solo a través de las víctimas es posible observar el daño que provocan y cómo cada aprendizaje que adquieren los ayuda a tener herramientas para manipular y seducir mejor a quién se proponen.

 

Hay muchos mitos sobre los psicópatas integrados y otros tantos axiomas y preguntas frecuentes sobre los cuales vale la pena realizar algunas aclaraciones.

 

  1. ¿El psicópata sabe que es psicópata?

Algunos saben, otros no; les da igual. Ellos no tienen ningún impedimento en saber que son diferentes; pero no tienen interés en definir sus características de personalidad ni en analizar sus conductas y mucho menos en hacer un examen de conciencia sobre el daño que causan a sus víctimas.

Saben que hacen daño y no les interesa. Algunos narcisistas de un espectro menos dañino puede ser que no tengan la capacidad de registrar el dolo que provocan debido a la falta de empatía. Vale la pena recordar que no sienten culpa ni remordimiento y obviamente carecen de empatía.

 2. ¿Un psicópata ataca a otro psicópata?

Si bien es cierto que muchas veces se asocian y unen entre ellos para un fin común. Puede ser con fines sociales, para incrementar sus finanzas, por conveniencia, por política, por lo que sea. Saben que no les conviene atacar a alguien que les resulta amenazante por algún motivo. Prefieren evitar una confrontación con alguien que les despierta algún tipo de “respeto”; pero cuando hay que depredar, en algún momento se empezarán a pelear entre ellos. A veces puede ser posterior a muchos años de relación y en ese momento se verá quién es el más fuerte.

Es falso el mito de que “los psicópatas no comen carne de su carne”

3. ¿Todos Los psicópatas son criminales?

Ciertamente es falso. De hecho, en esta columna nos referimos solamente a los Psicópatas Integrados, que difícilmente lleguen a delinquir al nivel de caer en prisión. Ellos juegan con los límites de la ley, se burlan de la justicia; pero saben cuáles son los baches constitucionales, usándolos a su favor. 

La característica diferencial del psicópata criminalestá en sus necesidades que pueden ser desde matar, violar, descuartizar hasta el canibalismo; todas contempladas por la ley, que constituyen un delito y están penalizadas. 

Las necesidades del psicópata integrado tienen que ver con dominar, abusar, maltratar, intimidar, engañar, parasitar, disfrutar del sufrimiento de sus víctimas y aniquilar la personalidad de los otros. 

Todo esto se mantiene en el terreno tácito del código de convivencia que establece la cultura a través de la socialización.

4. ¿Un psicópata no siente emociones? Los psicópatas no sienten empatía, no tienen culpa ni remordimiento. Pero aman la adrenalina. Sienten euforia. Tienen la fábrica de la envidia, la ira y el odio.

 5. ¿Todos Los psicópatas son extremadamente inteligentes?

Algunos son extremadamente inteligentes, otros no poseen ese don.

 6. ¿Todos los psicópatas son hombres?

La mayoría de los estudios sobre psicopatía se han hecho en las cárceles de hombres. A los psicópatas integrados es muy difícil detectarlos y cuesta hacer investigaciones científicas sobre estas personalidades tan dañinas; pero las hay. Y reflejan que hay muchísimas mujeres psicópatas. 

Son tremendamente difíciles de identificar y la devastación que causan en sus víctimas es irreparable. 

7. ¿Los Psicópatas no pisan el consultorio de un profesional de la salud mental?

Si bien es cierto que sus características son egosintónicas, es decir que no sienten malestar o incomodidad por su forma de enfrentarse a una determinada situación o problema. 

No solo no sienten que tienen algo a reparar; sino que la mayoría están orgullosos de ser así. Para ellos el Problema lo tienen los otros a quienes ven como cosas, Inferiores, utilitarias. 

Pero sí, van al consultorio; para aprender a manipular mejor.

Lo hacen para demostrarse que pueden engañar a los profesionales. Para probar si serán identificados en algún psicotécnico que tengan que pasar. Lo hacen para engañar en la corte, para obtener alto combustible en terapia de pareja denigrando a sus víctimas, victimizandose ellos y gozando de la desorientación del profesional tratante. También pueden acudir por otro trastorno que los aqueje. Por ejemplo, un cuadro depresivo reactivo y en muy raras ocasiones angustia.

 8. ¿Los psicópatas son locos?

No son ni locos ni enfermos. Al definirlos como locos y enfermos, la justicia los favorece. El peligro de pensar que tienen una enfermedad radica en la falsa ilusión de que pueda existir algún tratamiento y lo cierto es que no existe ningún tratamiento para esta manera de ser en la vida.

9. ¿El psicópata nace o se hace?

El psicópata nace, el sociópata se hace.

La amígdala del cerebro de los individuos con psicopatía se presenta de menor tamaño que en el resto de la gente y se sabe que está involucrada en los procesos de socialización. Esta reducción hace que no pueda llegar a empatizar ni a identificarse con los sentimientos negativos de otras personas. Dentro de todo el espectro de trastornos por falta de empatía y luego de años de investigación la ciencia actual sostiene que estos trastornos se desarrollan por una interacción de factores genéticos, neurobiológicos, socioculturales y de aprendizaje conductual. Desde la mirada psicoanalítica, los excesos de estos individuos se deben a la falta de la inscripción del nombre del padre. La “ley del padre” se tiene que inscribir en un individuo para que respete los límites de los demás. Sin “inscripción del nombre del padre” no hay ley.

Sin ley hay excesos.

 

En los últimos años es notable cómo aumentó el caudal de damnificados. Probablemente se debe a que los psicópatas son más efectivos y se cansan más rápido de sus víctimas o que estas detectan la manipulación por la devastación intensiva que sufren. O que los psicópatas aumentaron en número en una sociedad en la cual los valores que se fomentan son muy similares a las características de los narcisistas y se naturalizan acontecimientos que antes eran inaceptables socialmente. Por suerte cada vez tenemos más información sobre este tema. Crece la casuística; pero también crecen los recursos para salir de las garras de estos depredadores.