martes, 16 de marzo de 2021

Violencia simbólica


 Durante muchos años me desempeñé con gran vocación en el rol de profesora de baile. En uno de mis grupos armamos con los alumnos una coreografía que ensamblaba diferentes ritmos que habíamos practicado durante un cuatrimestre.

Para darle un hilo conductor a los diferentes temas musicales, decidí armar un “acting”: la primera escena mostraba a una pareja que tenía una fuerte disputa debido a que ella se había excedido en gastos con la tarjeta de crédito a raíz de haber  hecho muchísimas compras y entonces él se desesperaba porque no sabía cómo a afrontar la deuda. Los sucesivos temas musicales acompañaban el desarrollo de la historia hasta llegar al final en donde se veía la reconciliación. La pareja se abrazaba, ella terminaba en sus brazos y como broche final él le regalaba una tarjeta de crédito gigante. Todo en un tono desopilante.

En todo el grupo, éramos más de 30 personas, sólo una alumna me planteó que no se sentía cómoda con roles tan estereotipados. Me contó que durante años venía luchando contra una violencia invisible que no le hacía nada bien ni a los varones ni a las mujeres. Estaba tan angustiada que cuando hablaba se le llenaban los ojos de lágrimas.

En ese momento no la comprendí. A mí me gustaba la coreografía, me resultaba muy divertida y me pareció una exageración el planteo de mi alumna. Siempre recuerdo esa situación, como si a pesar de mi falta de comprensión en ese momento, hubiese quedado latente en mi cabeza el hecho de que en las lágrimas de mi alumna había un mensaje genuino que estaba a años luz de poder descifrar.

Pero ese momento llegó y es un proceso, un despertar de cada día. La violencia simbólica es invisible; pero cuando la comenzamos a ver no podemos ignorarla más.

¿De qué se trata este tipo de violencia?

La violencia simbólica es la más difícil de ver, la más difícil de detectar. Es un concepto instituido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu para describir una relación asimétrica donde el "dominador" ejerce violencia indirecta y no físicamente directa en contra de los "dominados", los cuales no la evidencian o son inconscientes de dichas prácticas en su contra.

El dominador va a utilizar la comunicación sucia, perversa y la agresión no es física; sino es una agresión sutil. Por eso es tan difícil de percibir.

Algunos ejemplos son:

  1. Los estereotipos de cómo debe vestirse una mujer
  2. Los comportamientos que son “socialmente apropiados” para una mujer.

Por ejemplo cuando alguien grita “anda a lavar los platos”. Sos mujer, por eso no manejas bien, “Andá a cocinar”....

  1. “Los hombres no lloran”.
  2. Si sos hombre tienes que tener determinadas características.
  3. La imagen sexualizada de la mujer.

La violencia simbólica es algo que se ve mucho en los medios de comunicación y en las redes sociales. Es muy potente en algunas imágenes aunque nos cuesta percibirla. 

La violencia simbólica lo que hace es profundizar los estereotipos en donde se supone que hay determinadas características que debemos cumplir.

La violencia simbólica se caracteriza por ser una violencia invisible e implícita.

Por eso, el trabajo para luchar contra estas construcciones sociales que nos direccionaron hasta la situación actual de tanto sufrimiento para hombres y mujeres, consiste en “hacer visible lo invisible”.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Deshabitadas

 



Soy Andrea Débora Indij, estudié Licenciatura en Psicología y me especialice en Clínica de Adultos. Realice luego un post-grado en Psicoanálisis y hace unos años viví una experiencia personal que me produjo un sacudón tal que me llevo a dar un giro en mi carrera para trabajar en la recuperación de las víctimas de Psicópatas Integrados.

En las últimas décadas las mujeres estamos preguntándonos cómo podemos aprender a vincularnos sin dañarnos y sin herirnos. Los modelos de desigualdad de género instalados desde hace tantos años en la cultura llevaron al surgimiento de patologías asociadas con el narcisismo y la codependencia.

Parece una utopía pensar en erradicar algunos modelos vinculares generadores de tanto dolor y sufrimiento; pero podemos poner nuestro granito de arena para colaborar con este cambio.

¿Por dónde comenzar? En principio por el auto respeto.

Si suena muy trillado decir por “el amor propio”, al menos comencemos por respetarnos a nosotras mismas. Merecemos ser cuidadas por nosotras mismas. Aprender qué es el auto cuidado

En ningún lado nos enseñaron a pensar en nosotras; sino que desde pequeñas nos pidieron seamos complacientes, solidarias y nos convencieron de que es un buen atributo el pensar siempre en los demás. Si no respondíamos de este modo, podrían tildarnos de egoístas y malas. Esto llevó a la situación actual: No tenemos idea de quiénes somos. Nos sentimos deshabitadas.

No somos capaces de registrar nuestros límites y eso nos coloca en una situación de vulnerabilidad para que otros nos descalifiquen. Entonces reaccionamos de manera reactiva o nos quedamos calladas y sobre adaptadas cuando recibimos un ataque. No podemos defendernos ni hacernos valer porque hemos crecido atacándonos a nosotras mismas. Tratando de encajar en los modelos estéticos y de moda impuestos por parámetros poco amorosos, más bien perversos. Nos fastidiamos con nuestros cuerpos, con la comida, con la sexualidad, con las comparaciones, etc… Entonces: ¿cómo pretendemos defendernos de un ataque, si crecimos denostándonos a nosotras mismas y dejándonos de lado para quedar bien con los demás?

El mito amor romántico hizo creer que la media naranja nos rescataría del vacío existencial. Algunas probaron llenarlo con viajes, trabajo, comida, compras, internet, redes sociales o sustancias tales como tabaco, marihuana, alcohol, drogas de diseño, cocaína y auto medicación psicofarmacológica.

Estos excesos fueron una solución fallida y el dolor se incrementó. Hoy son muchas las que pueden detectar que se vinculan con personas que les generan la misma química en el cerebro que las peores drogas. Que sufren de dependencias afectivas patológicas. Que permanecen en relaciones con un terrible grado de padecimiento y no logran salir. Estas personas tienen adicción a la ilusión de que algún día podrán llevar la relación hacia el lugar que soñaron.

Por eso, hacen contorsiones para que el otro no se altere y van perdiendo la libertad de pensar, de decir y de hacer libremente lo que desean. Viven aferradas a un vínculo por las promesas que les hace su pareja. Promesas que al igual que una "fata morgana", desaparecen cuando nos acercamos a ellas; pero insisten y perseveran en la ilusión de que algún día se cumplirán.

Porque ya es demasiado todo lo invertido y entonces, como con el tragamonedas, prefieren seguir apostando a que un día llegará la recompensa y ganarán el jackpot.

Lo que ocurre es que las mujeres deshabitadas cobran sentido de identidad cuando están en pareja, sienten que no valen nada sin el amor del otro y piensan que sin ese otro se mueren.

Tienen la necesidad de recibir apoyo, contención y protección de un hombre. Su autoestima se sostiene solo ante la presencia de una pareja. La pareja es su centro de atención y en torno de él girarán pensamientos obsesivos que le servirán, una vez más, como salida fallida del vacío existencial tan insoportable para estas personalidades pre-melancólicas. Pilotos de tormenta, que saben cómo funcionar cuando hay adrenalina pero que no registran como amor la tranquilidad que provoca el poder reposar en una relación equilibrada.

Estas mujeres son carne de cañón para personalidades tan dañinas como los manipuladores patológicos, perversos narcisistas y psicópatas integrados; todos expertos en armar personajes a la medida de sus víctimas. Vendedores de promesas e ilusiones que van a utilizar la manipulación y el encanto personal para depredar a su presa.

Probablemente fuimos niñas adultas, luego nos convertimos en adultas niñas; pero tenemos la posibilidad de tomar las riendas de nuestra vida para convertirnos en mujeres adultas capaces de sostenernos. Y aprender a vincularnos en relaciones de amor y respeto.

El agresor no va a dejar de ser agresor, pero en mi consultorio ayudo a retirarle el Poder que las victimas de manipulación le han dado.

Soy Andrea Indij, Licenciada en Psicología y mi trabajo consiste en ayudar a las personas a empezar a mirar el mundo desde una posición interior valorada…

miércoles, 3 de marzo de 2021

Violencia económica. “Y esta es la ley de Oro: quien tiene el oro hace la ley”





 Una rana saltó un día a una olla de agua hirviendo. Inmediatamente brincó para escapar de ella. Su instinto fue salvarse y no aguantó ni un segundo en el recipiente. Otro día, esa misma olla estaba llena de agua fría. Otra rana saltó dentro y nadó. Estaba feliz en esa ‘piscina’ improvisada. Lo que el animal no sabía es que la hornalla estaba recién encendida por lo que el agua se iba calentando poco a poco. Así que al tiempo el agua fría se transformó en agua templada; pero la rana se fue acostumbrando. Allí seguía, nadando plácidamente en ella. Sin embargo, poco a poco, el agua subió de temperatura. Llegando a estar tan caliente que la rana murió sofocada. Ella, sin embargo, no se había dado cuenta, ya que el calor aumentaba de forma gradual y se iba acostumbrando.

Uno de los medios por los que los narcisistas patológicos ejercen el control de su pareja es la “violencia económica”, que consiste en ir monopolizando de manera gradual la administración del dinero. Controlando cómo, cuándo y en qué se utilizan los recursos económicos.
El narcisista parte de la creencia que “lo que yo genero me pertenece y lo que tú generas me pertenece también.”

Al principio es posible que la pareja, generosa, no entienda que haya personas que puedan pensar así, e inocentemente debido a que posee una elevada escala de valores, sueña con construir una pareja en donde ambos compartan responsabilidades. Una pareja en la que haya solidaridad, afecto y trabajo en equipo para crecer juntos siendo buenos compañeros.

Entonces como la ranita cocinada a fuego lento, es casi imposible percibir este tipo de violencia invisible. Porque al principio es muy sutil y encubierta. Todo sucede puertas para adentro y los de afuera piensan que el narcisista actúa en buena fe y para el bien de la familia. Por ejemplo: vende elementos que le pertenecían a su pareja desde antes de la conformación de la sociedad conyugal (el matrimonio o la unión civil) y se guarda ese dinero. La gente dice “seguro que lo va a utilizar para la familia”.

Otro ejemplo de este tipo de violencia es cuando el narcisista logra tener la información de cada movimiento de su pareja aunque lo que él genera a nivel económico es un verdadero misterio para su partenaire.

Si el Narcisista logra convencer a su pareja de que no trabaje y se convierte en el proveedor de los recursos materiales, él sabrá cómo comportarse primero haciéndole creer a su víctima que jamás les faltará nada y una vez que la tenga atrapada, dejará lentamente caer su máscara. Así, podrá extorsionar a su presa exigiéndole que cumpla todos sus caprichos aislándola, devaluándolo, menospreciándola y desvalorizando todos los aportes que haga al “equipo”. 
La pareja, que a ese momento ya depende plenamente de él, estará bajo el efecto del Vínculo Traumáticos de Traición (del que ya hablamos en notas anteriores, una especie de síndrome de Estocolmo).

El narcisista tendrá poder sobre cada decisión y la víctima habrá perdido sus libertades personales.

Esto puede cronificarse aun después de una separación y divorcio, ya que si el manipulador descarta a la víctima; pero es el que provee los recursos económicos, ejercerá una extorsión sutil en donde la víctima sentirá que si no responde a cada uno de los caprichos de su “ex”, esté la dejará de patitas en la calle, llena de deudas, sin pagar el colegio, la prepaga de los hijos, etc. De esta manera la víctima sigue soportando las humillaciones y manipulaciones del psicópata.

En la mayoría de los casos donde este sujeto posee mucho poder adquisitivo, va a amenzar con quitarle hijos. Hace un trabajo paulatino de poner en contra a los hijos del miembro no psicópata de la pareja. Lamentablemente, muchas veces lo llevan a cabo llegando a ejercer el síndrome de alienación parental.

Qué ocurre cuando el psicópata quiere parasitar los recursos económicos de una pareja que tiene talento para generar dinero?
De manera sutil ira manipulando a su presa para que sola le diga que “el dinero es de ambos”. El narcisista expresará que se siente desvalorizado y manipulará hasta conseguir el manejo del dinero.

Muchos de estos individuos llegan a manejar las cuentas bancarias en donde se les deposita el sueldo completo a sus parejas y en algún momento logran apoderarse de estas cuentas, quitando el manejo total a la persona que genera el dinero; administrando absolutamente todos los recursos materiales de la familia.

Este tipo de control atenta directamente contra la autonomía de la víctima y si en algún momento la presa logra separarse, se encontrará con que el psicópata no querrá cumplir con las responsabilidades que tiene para con los hijos. Dirá frases como ¨´yo a mis hijos les doy amor pero no tengo dinero¨´ Sin tener en cuenta que cuando hay hijos que alimentar el ¨´no tengo¨´ no es una respuesta aceptable.

La paradoja de este estilo de narcisista es que jamás les falta dinero para cambiar el auto, irse de vacaciones con su nuevo suplemento y siempre tienen dinero para los cigarrillos en el caso de que fumen. Y bebidas alcohólicas jamás le faltan.
El dinero para sus excesos siempre será suficiente.