lunes, 30 de noviembre de 2020

DARVO




 Jennifer Freyd, profesora de psicología en la Universidad de Oregon (Estados Unidos), acuñó el término DARVO para referirse a un patrón de comportamiento habitual entre los manipuladores patológicos.

DARVO son las siglas de las palabras DENY (Negar); ATTACK (Atacar); y REVERSE VICTIM AND OFFENDER (Cambiar los Roles de Víctima y Abusador).

Es básicamente un mecanismo que el Narcisista patológico utiliza para escapar de su propia responsabilidad. Una cortina de humo para esconder su comportamiento real.

Durante el “DARVO”, el abusador juega el rol de víctima. Ataca, niega las acusaciones que le hacen e invierte los roles desplazando toda la responsabilidad y culpa hacia su presa. 

La secuencia es la siguiente:

  1. La víctima denuncia un comportamiento abusivo o una manipulación, alguna falta de respeto o pone límites de cierto tipo como por ejemplo invitaciones sexuales de las que no quiere participar. O meta-comunica* un abuso.

 2. El abusador o victimario niega la manipulación o la propuesta, utilizando el “gaslighting”, diciendo que él no dijo o no hizo lo que la víctima está denunciando; que nunca ocurrió nada de lo que la persona está diciendo. Que sobredimensiona.

3. El manipulador ataca a la víctima realizando un ataque directo a su percepción, atentando contra su credibilidad. Esto es por tener el “tupé” de confrontarlo.

4. El abusador invierte los roles y despliega “el juego de la piedad”, donde representa el rol de “víctima de su víctima”. Va a cambiar y reinventar la historia para demostrar que el otro es el culpable de todos los males que lo aquejan. Desacreditará la alegación del abuso y comenzará con la campaña de difamación acusando a la víctima de lo que, sabe, es una vulnerabilidad para la misma.

Con este mecanismo, eluden cualquier responsabilidad sobre sus actos y crean incertidumbre y confusión en la víctima y los testigos. 

Es así como la presa carga con la culpa y la vergüenza que su abusador no posee.

La víctima queda “entrenada” para el silencio, calla y no habla del abuso. 

La realidad es algo confusa ya que el manipulador se ocupó de ensuciar las pruebas de la manipulación.

 

*Meta- mensaje: que interpreta y hace explícito algo que ya se está comunicando aunque en forma no tan clara o ambigua.


martes, 17 de noviembre de 2020

Resilientes de psicopatas y narcisistas.





La devastación que se sufre durante el ciclo del abuso narcisista es fulminante. Las víctimas quedan en estado de agonía, se enferman y terminan destruidas a nivel emocional. Tienen la autoestima aplastada y necesitan tiempo para sanar con el contacto cero y la ayuda profesional adecuada. Durante la recuperación lograrán sobreponerse y construir una vida con vínculos sanos, aprendiendo a poner límites y convirtiéndose en personas mucho más fuertes, íntegras y auténticas. Volviéndose in-manipulable , con valores diferentes a los que tenían antes del paso del psicópata por sus vidas. Así se convertirán en resilientes.

La búsqueda de sentido existencial, aún en las peores circunstancias, es siempre posible. Frankl pudo observar que cualquier hombre tenía la fuerza, incluso en los peores escenarios, de decidir lo que sería de él –mental y espiritualmente-, pues aún en un campo de concentración podía conservar su dignidad.

En palabras de Frankl, aún en terribles circunstancias físicas y psíquicas “el hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual”, a través de la cual siempre podrá ejercer la última de sus libertades: “La elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino”. La resiliencia es un concepto que en física designa la capacidad de un cuerpo para resistir una fuerza y fue tomado por las ciencias sociales para definir el poder de las personas para sobreponerse a la adversidad -resistir-  y desarrollarse positivamente -rehacerse-.

La forma en que se percibe al ser humano se ha modificado con las investigaciones sobre la resiliencia: de un modelo de riesgo basado en las necesidades y la enfermedad, se ha pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y recursos propios del sujeto a su alcance. Pensar en resiliencia, como señala Emiliano Galende, “es pensar a un individuo no como víctima pasiva de sus circunstancias; sino como sujeto activo de su experiencia”. Resiliencia implica volver a la vida a pesar de la herida.

Es decir, en el abordaje se plantea tanto el por qué del desarrollo de una enfermedad como el por qué de su no-desarrollo frente a iguales circunstancias externas. He aquí el rol protagónico de un ser humano que da una respuesta.

La resiliencia es un proceso en el que el sujeto teje una trama entre la parte “sana” de sí mismo y el entorno social. Cuando hay una dificultad el entorno, puede o no, ayudar a “curar la herida”.

La persona resiliente adquiere recursos internos desde sus primeros meses de vida ante las agresiones, heridas y carencias que va experimentando;  en ese recorrido importa el significado que le da a estas y la posibilidad de poder hablar de ellas. Es decir, esta capacidad se crea en función del temperamento individual y del tipo de sostén social del que dispone.

Si concebimos la resiliencia como una capacidad que se desarrolla relacionalmente a través de la interacción entre la persona y su entorno, debemos considerar que depende de factores genéticos, adquiridos y acontecimientos posibles tal como dimos a entender arriba.

En consecuencia la resiliencia, esa capacidad de volverse a levantar después de las caídas o de hacer de un tropiezo un paso de danza, es un proceso dinámico, de adaptación positiva y activa en contextos de adversidad. Está sustentado sobre un vínculo fundante con un otro significativo (por ejemplo un mentor, un amigo, alguien que ejerza una figura parental) que facilita el desarrollo de los denominados pilares de la resiliencia: La toma de conciencia, la independencia, el desarrollo de relaciones satisfactorias con los demás, la capacidad de elegir compañeros con buena salud mental, la iniciativa, la creatividad, el humor, y la ética.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Tratamiento para la recuperación de las secuelas del abuso narcisista.




 El Dr. Iñaki Piñuel, experto en el estudio del Comportamiento Narcisista, descubre en el año 2014 el tratamiento más efectivo para terminar con el sufrimiento producido luego de soportar el ciclo del abuso narcisista.

La recuperación se basa en la correcta aplicación del “contacto cero”, la administración de la EMDR y el transcurso del tiempo.
En nuestra práctica profesional hemos observado la efectividad de la fórmula que acuñó el Profesor Piñuel.

En la columna de hoy queremos sumar la importancia de que la víctima se reconozca como tal en una primera fase del tratamiento ya que la mayoría de los pacientes llegan a los consultorios llenos de una culpa que los narcisistas se ocuparon de implantar. Y muchas veces lleva varias sesiones conseguir que entiendan su inocencia. Sumado a que los profesionales que no entienden nada del tema, en general quieren implicarlos en el problema, siendo este es un abordaje sumamente iatrogénico, especialmente al inicio de una recuperación. 
Una vez tratada la primera fase en donde a la víctima le queda claro su inocencia y que no tendría nada de malo ser una persona empática, solidaria y sensible a menos que se cruce con una de estas personalidades dañinas. Recién ahí se puede comenzar a trabajar en las secuelas, entre ellas el estrés post traumático con terapia EMDR y la codependencia, cuyo abordaje es igual al tratamiento de cualquier adicción.
¿En qué consiste la terapia EMDR?
La disonancia cognitiva que se produce en la psiquis debido a las manipulaciones aniquilantes dentro de una relación con un narcisista patológico, genera mucha disociación del contenido psíquico “almacenado” disfuncionalmente. Este se conserva “congelado” de manera que en presencia de un episodio desencadenante lo que se activa es siempre una reviviscencia inmodificada de las experiencias atravesadas durante el episodio traumático.

El tratamiento consiste en activar los procesos neurofisiológicos a través de la estimulación por distintas vías aferentes: ocular (a través de los movimientos oculares), táctil (golpeteo alternado en alguna zona del cuerpo) o auditivo (escucha de sonidos bilaterales). Por esta estimulación se desencadenan procesos neurofisiológicos normales y los recuerdos disociados se integran, logrando la elaboración del trauma y la desaparición de la sintomatología de consulta.
Los resultados son objetivables a través de tecnología de alta definición (mapeo cerebral, resonancias, escaneos) ya que las imágenes varían notablemente antes y después del tratamiento.
Es importante en estos casos buscar a un terapeuta con experiencia, ya que otras terapias pueden resultar re victimizantes o ser demasiado largas hasta dar con el diagnostico correcto.

martes, 3 de noviembre de 2020

Entrevista en la radio sobre el Contacto Cero con los narcisistas patológicos




http://www.nuevodiarioweb.com.ar/noticias/2020/10/28/270551-andrea-indij-el-contacto-cero-con-las-personas-narcisistas

Dependencias Afectivas Patológicas

 

Dependencia afectiva patológica 



Salir de la dependencia emocional que genera el vínculo traumático con un narcisista patológico, no es una tarea fácil. Para la recuperación se necesita paciencia, tiempo y asumir que tenemos un problema.

Para lograr poder entrar en un proceso de recuperación, se necesita convicción.

La fortaleza saldrá de la felicidad que da el ir recuperando la libertad y la perspectiva de aprender a construir vínculos sanos en todas las áreas de la vida.

La paradoja de la independencia psicológica de los seres humanos radica en que, desde que nacemos, necesitamos de un gran “otro” que nos de seguridad, nos mire, nos hable, nos escuche y nos de un buen “holding” (la función de sostén) junto con su apoyo incondicional para crecer sobre una base segura.

Es menester pensar que en todos los vínculos pueden surgir conflictos y es esperable que haya cierto grado de dependencia a lo largo de la vida de relación; pero la dependencia nunca debe ser tan enferma que lleve a la persona a pensar y sentir que “No soy nada sin tu amor”.
Si a la persona es un “otro” quien le da identidad y sin cuya presencia se siente nadie, nos encontramos en el terreno de las dependencias afectivas patológicas. Esos vínculos en los que se le ceden las riendas de la propia vida a otro y se le entrega el poder. Relaciones en las que hay un terrible grado de padecimiento y aún así se continúa el vínculo sin poder salir.

Hay cinco características de las dependencias afectivas patológicas (DAP) que nos pueden ayudar a reconocerlas:
Temor mórbido a la soledad:

La persona siente que prefiere estar en una mala relación antes que quedarse sola.
Puede ir saltando de vínculo en vínculo, repitiendo los mismos patrones con tal de no quedarse sola.
Anteponer siempre a los demás:

Teniendo la falsa idea de que si cede en todo y es complaciente, el otro se quedará a su lado.
El otro siempre es prioridad.

Intolerancia al rechazo y a la sensación de abandono:

Ante la idea de que alguien se aleje, sienten que se mueren.
Se vuelven obsesivos.

Se revuelcan del dolor, la ansiedad y la desesperación por que el otro es el eje de su vida.

Tendencia a sentir culpa:

Siempre quieren hacer méritos para que los otros lo validen y valoren. No soportan sentirse en falta.

Tendencia a dramatizar que deja en evidencia la enorme necesidad que tienen:

Piensan que el otro es su medicina emocional y hacen cualquier cosa para que se quede.

Se vuelven adictos a ayudar, aun cuando nadie se los pide. Sólo para que se queden a su lado.

Estos sujetos dejan de lado sus intereses con tal de mantener cerca a una pareja. Necesitan sentir que tienen cierto “control” sobre el otro y pierden el interés por todo lo que no esté relacionado con su compañero.

No sienten que valen por si mismos; sino de acuerdo a la valoración que el otro les da; y necesitan la constante aprobación de los otros. 
Son personas que piensan que el amor romántico es lo máximo en la vida: La pareja está primero, todo lo demás es secundario; llegando a permitir abusos y malos tratos por el temor de perder a su pareja y no se dan cuenta que así el mensaje que dan es: “Puedes hacer lo que se te dé la gana conmigo”.

El amor sano se trata de tener una relación equilibrada. Es amar al otro; pero nunca por encima de uno mismo ni a costa del propio respeto y dignidad.