Soy Andrea Débora Indij, estudié Licenciatura en Psicología y me especialice en Clínica de Adultos. Realice luego un post-grado en Psicoanálisis y hace unos años viví una experiencia personal que me produjo un sacudón tal que me llevo a dar un giro en mi carrera para trabajar en la recuperación de las víctimas de Psicópatas Integrados.
En las últimas décadas las mujeres estamos preguntándonos cómo podemos aprender a vincularnos sin dañarnos y sin herirnos. Los modelos de desigualdad de género instalados desde hace tantos años en la cultura llevaron al surgimiento de patologías asociadas con el narcisismo y la codependencia.
Parece una utopía pensar en erradicar algunos modelos vinculares generadores de tanto dolor y sufrimiento; pero podemos poner nuestro granito de arena para colaborar con este cambio.
¿Por dónde comenzar? En principio por el auto respeto.
Si suena muy trillado decir por “el amor propio”, al menos comencemos por respetarnos a nosotras mismas. Merecemos ser cuidadas por nosotras mismas. Aprender qué es el auto cuidado
En ningún lado nos enseñaron a pensar en nosotras; sino que desde pequeñas nos pidieron seamos complacientes, solidarias y nos convencieron de que es un buen atributo el pensar siempre en los demás. Si no respondíamos de este modo, podrían tildarnos de egoístas y malas. Esto llevó a la situación actual: No tenemos idea de quiénes somos. Nos sentimos deshabitadas.
No somos capaces de registrar nuestros límites y eso nos coloca en una situación de vulnerabilidad para que otros nos descalifiquen. Entonces reaccionamos de manera reactiva o nos quedamos calladas y sobre adaptadas cuando recibimos un ataque. No podemos defendernos ni hacernos valer porque hemos crecido atacándonos a nosotras mismas. Tratando de encajar en los modelos estéticos y de moda impuestos por parámetros poco amorosos, más bien perversos. Nos fastidiamos con nuestros cuerpos, con la comida, con la sexualidad, con las comparaciones, etc… Entonces: ¿cómo pretendemos defendernos de un ataque, si crecimos denostándonos a nosotras mismas y dejándonos de lado para quedar bien con los demás?
El mito amor romántico hizo creer que la media naranja nos rescataría del vacío existencial. Algunas probaron llenarlo con viajes, trabajo, comida, compras, internet, redes sociales o sustancias tales como tabaco, marihuana, alcohol, drogas de diseño, cocaína y auto medicación psicofarmacológica.
Estos excesos fueron una solución fallida y el dolor se incrementó. Hoy son muchas las que pueden detectar que se vinculan con personas que les generan la misma química en el cerebro que las peores drogas. Que sufren de dependencias afectivas patológicas. Que permanecen en relaciones con un terrible grado de padecimiento y no logran salir. Estas personas tienen adicción a la ilusión de que algún día podrán llevar la relación hacia el lugar que soñaron.
Por eso, hacen contorsiones para que el otro no se altere y van perdiendo la libertad de pensar, de decir y de hacer libremente lo que desean. Viven aferradas a un vínculo por las promesas que les hace su pareja. Promesas que al igual que una "fata morgana", desaparecen cuando nos acercamos a ellas; pero insisten y perseveran en la ilusión de que algún día se cumplirán.
Porque ya es demasiado todo lo invertido y entonces, como con el tragamonedas, prefieren seguir apostando a que un día llegará la recompensa y ganarán el jackpot.
Lo que ocurre es que las mujeres deshabitadas cobran sentido de identidad cuando están en pareja, sienten que no valen nada sin el amor del otro y piensan que sin ese otro se mueren.
Tienen la necesidad de recibir apoyo, contención y protección de un hombre. Su autoestima se sostiene solo ante la presencia de una pareja. La pareja es su centro de atención y en torno de él girarán pensamientos obsesivos que le servirán, una vez más, como salida fallida del vacío existencial tan insoportable para estas personalidades pre-melancólicas. Pilotos de tormenta, que saben cómo funcionar cuando hay adrenalina pero que no registran como amor la tranquilidad que provoca el poder reposar en una relación equilibrada.
Estas mujeres son carne de cañón para personalidades tan dañinas como los manipuladores patológicos, perversos narcisistas y psicópatas integrados; todos expertos en armar personajes a la medida de sus víctimas. Vendedores de promesas e ilusiones que van a utilizar la manipulación y el encanto personal para depredar a su presa.
Probablemente fuimos niñas adultas, luego nos convertimos en adultas niñas; pero tenemos la posibilidad de tomar las riendas de nuestra vida para convertirnos en mujeres adultas capaces de sostenernos. Y aprender a vincularnos en relaciones de amor y respeto.
El agresor no va a dejar de ser agresor, pero en mi consultorio ayudo a retirarle el Poder que las victimas de manipulación le han dado.
Soy Andrea Indij, Licenciada en Psicología y mi trabajo consiste en ayudar a las personas a empezar a mirar el mundo desde una posición interior valorada…
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