miércoles, 2 de junio de 2021

Negligencia




 


No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono. 

Vivir con repetidas experiencias de abandono crea “vergüenza tóxica”. La vergüenza surge del doloroso mensaje implícito en el abandono: “No eres importante, no eres de valor”. El niño carga con la vergüenza que sus progenitores abandónicos no poseen. Cuando un progenitor psicópata sin responsabilidad emocional embaraza a una mujer en condiciones emocionales muy precarias y sin recursos de ningún tipo (psicológicos, espirituales, materiales, culturales y de fuerza física, sin trabajo, sin entorno sano de contención), ¿qué puede llegar a ocurrir?
El abandono físico o emocional en el niño es tratado por Kaplan en su Manual de Psiquiatría bajo el nombre de “Negligencia de la Infancia” y también dentro del capítulo de “problemas relacionados con el abuso o negligencia” en el D.S.M. (que recordemos, es libro de referencia de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría). 
Kaplan afirma que, si bien muchas veces no muestran signos evidentes de haber sido golpeados o apaleados, los niños maltratados suelen presentar múltiples signos de privaciones, tanto a nivel físico (mala nutrición; desnutrición; etc) como emocional. Y que como consecuencia, estos niños a los que se suele llevar al hospital o a un médico privado, suelen presentar un historial de falta de progreso, desnutrición, higiene cutánea deficiente, irritabilidad, retraimiento u otros signos de desatención psicológica o física.
Quienes sufren estas privaciones pueden llegar a tener un retraso del crecimiento que se haga evidente antes del primer año de vida. Las privaciones hacen que su desarrollo se altere drásticamente. Pueden llegar a ser incapaces de establecer interacciones sociales adecuadas. Hay casos en los que son evidentes en el niño un hambre excesiva; infecciones crónicas; una higiene deficiente; vestimenta inadecuada o incluso desnutrición.
En lo que tiene que ver con su conducta, los niños con privaciones o desatenciones crónicas pueden llegar a demostrar su falta de afecto mostrándose indiscriminadamente afectuosos incluso con desconocidos o, por el contrario, reaccionar mostrándose socialmente no-reactivos incluso en un ambiente familiar. Al no presentar signos evidentes de maltrato; el abandono se hace difícil de diagnosticar. En este tipo de problema los indicios pasan por evidencias menores de privación, ya sea física o emocional. El profesional que interviene debe prestar atención a los antecedentes del niño; a su aspecto y a su conducta. Son niños que, como ya ha sido comentado, suelen tener antecedentes de desnutrición; infecciones crónicas; mala higiene; retraimiento, etc.
No sólo los psicópatas abandonan a sus hijos, también hay víctimas de estos que suelen ser personas abrumadas, deprimidas y aisladas. El desempleo, la separación conyugal y el consumo de sustancias pueden agravar la situación. Según Kaplan, existen varios estereotipos posibles de madres que desatienden a sus hijos: Algunas son jóvenes, inexpertas, aisladas socialmente e ignorantes; lo que les impide temporalmente estar capacitadas para cuidar de ellos. Otras, tienen conductas pasivas y retraimiento crónicos, posiblemente porque han crecido en ambientes caóticos, abusivos, y también negligentes. En estos últimos casos, cuando intervienen los servicios de asistencia social, las madres en general aceptan ayuda. Las mujeres que tienen trastornos mentales graves son muy difíciles de asistir, dado que consideran a sus hijos como seres malvados o que expresamente las están volviendo locas. 
Finalmente, creemos importante mencionar que pueden darse dos tipos de abandono:
● El abandono físico: aquella situación en que las necesidades físicas básicas del menor como por ejemplo alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en situaciones potencialmente peligrosas o cuidados médicos, no son atendidas temporalmente o en forma permanente por ningún miembro adulto del grupo que convive con el niño.
● El abandono emocional: consiste en la falta persistente de respuestas a señales (llanto, sonrisas), expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño y la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta estable.
Es importante poder diferenciar todos estos casos aquí mencionados, de la “Violencia Vicaria”, que es cuando el Psicópata utiliza a los hijos, causándoles daño para así seguir maltratando a su ex pareja. Ahondaremos sobre esto en próximos artículos.No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono.

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