viernes, 27 de agosto de 2021

Internet


 Quienes consumen esos sitios de citas creen siempre que están eligiendo mal por la percepción de que siempre puede haber alguien mejor. Y entonces se “acumulan” candidatos y el “banco de suplentes” permanece continuamente completo. Infinitos contactos; pero a la hora de sentirse acompañados no hay nadie allí. Las aplicaciones invitan a ponerse a prueba y esto expone una debilidad coyuntural: el ensamble que se da entre una persona narcisista con otra codependiente pone en evidencia que ambos comparten una “falla narcisista”: La víctima y el depredador utilizan los mismos mecanismos, proyección y negación. Al contrario que el depredador, la víctima proyecta amor, ilusión y re narcisiza al candidato que en un primer momento lo único que va a demandar es admiración.

Cuando ocurre el “match”, ese encuentro en donde ambos pusieron los corazones, (o likes, o pedidos de amistad) el codependiente que un momento antes sentía que no tenía ningún valor, comienza a sentirse valioso y empoderado por la coincidencia. Y es que recordemos que los codependientes necesitan a un otro que les dé identidad.

Entonces salen al mundo con su falso “Yo”, ocupándose de sostener esa imagen para que el otro no descubra quién es en realidad. El falso Yo es otra de las características que tienen en común codependiente y depredador; pero mientras que este último carece de sentimientos de culpa y empatía, el primero tiene una tendencia a la culpa que lo vuelve manipulable, siendo esta una vulnerabilidad que le abre grietas por donde entran las personalidades psicopáticas en su vida.


El codependiente “paga” por un abrazo y si no consigue pareja siente que fracasa ya que en su sistema de creencias están instalados modelos ideales de la vida de a dos. Mientras que una personalidad pre-melancólica idealiza y les sube el precio a los otros, haciendo de un pinito desgarbado el más bello de los árboles adornados y luminosos en una mágica navidad, una personalidad narcisista carece de empatía para poder conectar y lograr una verdadera intimidad al no tener en cuenta al otro. Si no lo veo, no lo puedo amar. En ese caso lo que se ama es la ilusión que me hago del otro.


Este es el verdadero “match” que se da entre un perverso narcisista y un pre-melancólico: ninguno ve al verdadero ser que es el otro.


Un tema recurrente en todas estas columnas es la facilidad con que los codependientes van corriendo sus límites para que el otro los elija. Hacen cualquier cosa para que se quede con ellos y entonces aceptan situaciones que ni siquiera se dan cuenta de que les están haciendo mal; pactando contratos que los incomodan y que sus cuerpos registran con mucho malestar aunque sus alarmas desactivadas niegan y siguen adelante.


En los intentos por armar nuevos modelos de amor se escuchan las expresiones “poliamor”, “relaciones abiertas”, “intercambio de parejas” y en esta búsqueda de nuevas formas de vincularse no se tiene en cuenta que los poli-amores implican poli-problemas y es que esto existe desde que el mundo es mundo.

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