miércoles, 15 de octubre de 2014

Resiliencia



 Resiliencia


La búsqueda de sentido existencial, aún en las peores circunstancias, es siempre posible. Frankl pudo observar que cualquier hombre podía, incluso bajo tales circunstancias, decidir lo que sería de él –mental y espiritualmente-, pues aún en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana (Frankl, 1946).
Es decir, aún en terribles circunstancias físicas y psíquicas “el hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual”, a través de la cual siempre podrá ejercer la última de sus libertades: “la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir su propio camino” (Sánchez Escalada, 2008, p. 22).
La resiliencia es un concepto que en física designa la capacidad de un cuerpo para resistir una fuerza y que fue tomado por las ciencias sociales para definir el poder de las personas para sobreponerse a la adversidad –resistir- y desarrollarse positivamente -rehacerse- (Cyrulnik, 2003).
La forma en que se percibe al ser humano se ha modificado con las investigaciones sobre la resiliencia: de un modelo de riesgo, basado en las necesidades y la enfermedad, se ha pasado a un modelo de prevención y promoción basado en las potencialidades y recursos propios del sujeto o a su alcance (Sánchez Escalada, 2008, p. 24).
Pensar en resiliencia, como señala Emiliano Galende, “es pensar a un individuo no como víctima pasiva de sus circunstancias, sino como sujeto activo de su experiencia”. Resiliencia implica volver a la vida, a pesar de la herida.
Es decir, en el abordaje se plantea tanto el por qué del desarrollo de una enfermedad como el por qué de su no desarrollo frente a iguales circunstancias externas. He aquí, el rol protagónico de un ser humano que da una respuesta (Acevedo, 1996, citado en Sánchez Escalada, 2008, p. 24).
La resiliencia es un proceso en el que el sujeto teje una trama entre la parte “sana” de sí mismo y el entorno social. Cuando hay una dificultad, el entorno puede o no, ayudar a “curar la herida”.
La persona resiliente adquiere recursos internos desde sus primeros meses de vida ante las agresiones, heridas, carencias que va experimentando; y en ese recorrido importa el significado que le da a las mismas y la posibilidad de poder hablar de ellas. Es decir, esta capacidad se crea en función del temperamento individual, del significado cultural y del tipo de sostén social del que dispone (Cyrulnik, 2003).
Si concebimos la resiliencia como una capacidad que se desarrolla relacionalmente a través de la interacción entre la persona y su entorno -interjuego entre lo intrapsíquico y lo intersubjetivo-, debemos considerar que depende de factores genéticos, adquiridos y acontecimientos posibles (Cyrulnik, 2005).
En consecuencia, es un proceso dinámico, de adaptación positiva y activa en contextos de adversidad; sustentado sobre un vínculo fundante con un otro significativo que facilita el desarrollo de los denominados pilares de la resiliencia: la toma de conciencia, la independencia, el desarrollo de relaciones satisfactorias con los demás, la capacidad de elegir compañeros con buena salud mental, la iniciativa, la creatividad, el humor, y la ética (Cyrulnik, 2005).

RESILIENCIA Y SUBLIMACIÓN
Existe relación entre resiliencia y sublimación pero hay una diferencia. En el caso de la sublimación, se trata de un mecanismo que surge cuando una pulsión es amenazante para la integridad del Yo y para no romper un vínculo, el sujeto hace un desvío a través de algo socialmente aceptado y valorado como el arte, el conocimiento, etc. La resiliencia se diferencia en que el origen no es una pulsión inaceptable para el Yo sino que se trata de una necesidad del sujeto de “rehacerse” (Cyrulnik, 2005).
Ciertamente, las situaciones traumáticas son las que requieren una elaboración psíquica posibilitada por la capacidad resiliente del sujeto. Freud elaboró las primeras conceptualizaciones sobre memoria y hechos traumáticos después de la guerra de 1914-1918, en el tratamiento de los sueños repetitivos de los veteranos de guerra austriacos (Sánchez Escalada, 2008).
La guerra permitió a Freud teorizar acerca de una oposición entre pulsión de vida y pulsión de muerte, la compulsión a la repetición y los mecanismos defensivos de acción: represión, desplazamiento, condensación, tanto en vigilia como en las experiencias oníricas (Sánchez Escalada, 2008).
Explica así que los sobrevivientes que no logran articular una narración sobre su experiencia traumática serán invadidos por recuerdos negativos. Asimismo, describe que el olvido es una forma, económicamente necesaria, de disolver aquella parte intolerable para el sujeto. Aunque parezca un chiste, debemos Recordar que el Olvido es también parte de nuestra Memoria (Sánchez Escalada, 2008).

Lic. Andrea Indij

Referencias Bibliográficas
Cyrulnik, B. (2003). Los patitos feos, la resiliencia una infancia infeliz no determina la vida. Editorial Gedisa, 5ª edición. Barcelona, España.
Cyrulnik, B. (2005). Bajo el signo del vínculo. Editorial Gedisa. Barcelona, España.

Frankl, V (1946). El hombre en busca de sentido. Ed Herder. 1996 (Más de 20 reediciones) [Original de 1946]. Versión online disponible en: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/2012/LYM/el_HomBuSen.pdf
Sánchez Escalada, L. (2008). Secuelas en víctimas de traumas políticos: Procesos psicosociales y clínicos de resiliencia en españoles supervivientes del Holocausto. Asociación Cántabra de Conflictología y Victimología. Recuperado de: http://www.geocities.ws/apicv1/ArtHoloc.pdf

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