domingo, 5 de septiembre de 2021

Permanecer ¿Por qué las parejas de los narcisistas patológicos parecen capaces de hacer y soportar cualquier cosa para evitar que la relación termine?


 Desde ponerse en situaciones de riesgo, ir corriendo todos sus límites hasta llegar al punto de negociar lo que siempre pareció innegociable.

La respuesta está en la desesperación por conseguir el amor de su “pareja”. Las víctimas se van transformando en mendigos de amor y con ese “hambre de amor” terminan haciendo una sobre oferta, es decir dando de más. Se exceden, hacen de todo con tal de que el otro se quede. Es tan grande el temor al abandono que las víctimas se desdibujan con tal de retener al narcisista.


La psiquiatra Marie France Irigoyen estipula a las parejas de los perversos narcisistas como “personalidades pre-melancólicas” y coincidimos con ella en que esa relación anestesia otro dolor, ese que proviene de una falta constitutiva y estructural. Es como el alcohol que anestesia al alcohólico o el adicto que consume para tapar un vacío y entonces no pueden soltarse del vínculo debido a que están ilusionadas y piensan que “algún día va a cambiar y volverá a ser la persona que conocí”. Sin darse cuenta que la persona que conoció en la fase del bombardeo de amor no existe y nunca existió:


La máscara del narcisista estaba llena de atributos que no eran reales, la pareja le sigue subiendo el precio y le sigue agregando los brillos que le faltan.


Ya vimos que las víctimas son personas con un temor mórbido a ser abandonadas. Se ponen en riesgo y son capaces de hacer cualquier cosa con tal de que su pareja se quede. Empiezan a aceptar condiciones con las que jamás en la vida estuvieron de acuerdo:


Condiciones de relación, 
condiciones sexuales, 

condiciones económicas,etc.


O sea que comienzan a ir en contra de sus propios principios y los propios valores. Finalmente sienten que han perdido la dignidad, Sintiendo mucha vergüenza entonces se van aislando cada vez más. Sienten que no tienen con quien hablar de lo que les sucede.


Las víctimas no son masoquistas ni personas a las que les gusta sufrir. Permanecen en el vínculo porque han naturalizado el dolor. Piensan que esa es su vida y le ruegan al universo para que algo cambie. Y así pierden su propio yo, la dignidad y la propia historia.


Por supuesto que siempre está presente la promesa de que el ser que ahora la devalúa volverá a ser el mismo de la fase del bombardeo de amor. 
Esto implica la presencia perpetua de la ilusión ( “Algún día calmará mis miedos, o me brindará placeres inimaginables que solo existen a su lado”). 
En este tipo de creencias se sostiene la permanencia en el vínculo, porque quien me denosta hoy, me ha dado momentos mágicos calmando mis miedos y cumpliendo mis sueños más atesorados ayer. Y lo puede volver a hacer si yo hago lo correcto.


Aquí se genera la adicción al control. La víctima está llena de culpa y piensa que si ella es la que genera el malestar de su pareja, también entonces tiene el poder de hacer que eso no suceda. Hace contorsiones para no fastidiar al narcisista sin comprender que cualquier motivo es una excusa para el tratamiento silencioso, la triangulación, el gaslighting o cualquier tipo de manipulación.

viernes, 27 de agosto de 2021

Salomónicos




 Salomón no pensaba herir a la criatura; sólo quería ver la manera en que reaccionaban las mujeres.

Al oír tal proposición una de las dos aceptó, mientras que la otra le rogó al rey que por favor no hiciera semejante cosa, que mejor se lo diera a la otra mujer; pero sin hacerle daño al bebé. Al observar la reacción de esta, Salomón supo quién era la verdadera madre del niño. A un psicópata no le interesa en lo más mínimo el mal que pueda causar a sus hijos.

La justicia debería comprender que cuando un progenitor no cumple con sus obligaciones, automáticamente el otro queda sobrecargado de tareas. Al incumplir los acuerdos establecidos, está dando prueba suficiente de que no tiene ninguna empatía con sus propios hijos.

En un proceso judicial, los manipuladores patológicos van a elegir profesionales (abogados, peritos de parte) que desconozcan la existencia de seres atípicos como los psicópatas ya que de esta forma serán muy fáciles de manipular. Así, lograrán recibir frente a la justicia informes favorables y a la medida de sus necesidades.

Muchos colegas, de buena fe, caen en la seducción de estos personajes que se valen de encanto personal para lograr sus fines. Dada la oportunidad, elegirán profesionales poco éticos y corruptos a tal punto de llegar (literalmente) a manipular juzgados enteros. A un sicópata integrado no le importa por lo que puedan llegar a atravesar sus hijos hasta encontrar a los profesionales que necesita para lograr sus fines.

Cuando a un narcisista patológico no le salen las cosas como lo planea puede llegar a caer en depresión.

Por ejemplo: 

Derivado por un colega, atendí un sujeto que en un primer momento parecía que consultaba por la desesperación y la angustia sufridas debido a la depredación de su ex pareja. Contaba que la “psicópata narcisista” le había hecho falsas denuncias de violencia y hacía más de un año que no tenía contacto con sus hijos. A medida que avanzaba la conversación, comentó que necesitaba un profesional de la psicología que entendiera del tema y pudiera en primer lugar explicarle a su abogado todo el fenómeno de la Psicopatía Narcisista para que este tuviera argumentos a la hora de defenderlo. Por otro lado decía que iba a necesitar un informe manifestando su aptitud psicológica para lograr la revinculación con sus hijos. Decía que “había estado investigando sobre el tema de… ehhh, como se llamaba…no estoy seguro…” Y fingía no recordar los términos “psicopata” y“narcisista”. Cada vez que debía pronunciar estas palabras decía: “Ay, no me acuerdo cómo se le llama a eso…”. Cuando un psicólogo detecta que está frente a un perverso narcisista, la ética profesional enseña que no debemos atenderlo. 

¿Por qué?

Como ya contamos en notas anteriores y repetiremos hasta el hartazgo, no es nuestra función dar herramientas a un perverso y mucho menos arriesgarnos a ser objeto de su manipulación. 

Esto es tan taxativo porque estos seres son muy difíciles de identificar. Incluso para los expertos en el tema.

La manipulación del profesional por parte de uno de estos seres causa estragos. Estos daños, irreparables para la víctima y para los hijos, son mucho más habituales de lo que se piensa y urge subsanar todos los efectos nocivos del mal uso de las instituciones que hacen los manipuladores.

Capacitar sobre estos temas a los profesionales que actúan en la justicia, es una herramienta para comenzar a neutralizar, desenmascarar y detectar a los psicópatas integrados.

Internet


 Quienes consumen esos sitios de citas creen siempre que están eligiendo mal por la percepción de que siempre puede haber alguien mejor. Y entonces se “acumulan” candidatos y el “banco de suplentes” permanece continuamente completo. Infinitos contactos; pero a la hora de sentirse acompañados no hay nadie allí. Las aplicaciones invitan a ponerse a prueba y esto expone una debilidad coyuntural: el ensamble que se da entre una persona narcisista con otra codependiente pone en evidencia que ambos comparten una “falla narcisista”: La víctima y el depredador utilizan los mismos mecanismos, proyección y negación. Al contrario que el depredador, la víctima proyecta amor, ilusión y re narcisiza al candidato que en un primer momento lo único que va a demandar es admiración.

Cuando ocurre el “match”, ese encuentro en donde ambos pusieron los corazones, (o likes, o pedidos de amistad) el codependiente que un momento antes sentía que no tenía ningún valor, comienza a sentirse valioso y empoderado por la coincidencia. Y es que recordemos que los codependientes necesitan a un otro que les dé identidad.

Entonces salen al mundo con su falso “Yo”, ocupándose de sostener esa imagen para que el otro no descubra quién es en realidad. El falso Yo es otra de las características que tienen en común codependiente y depredador; pero mientras que este último carece de sentimientos de culpa y empatía, el primero tiene una tendencia a la culpa que lo vuelve manipulable, siendo esta una vulnerabilidad que le abre grietas por donde entran las personalidades psicopáticas en su vida.


El codependiente “paga” por un abrazo y si no consigue pareja siente que fracasa ya que en su sistema de creencias están instalados modelos ideales de la vida de a dos. Mientras que una personalidad pre-melancólica idealiza y les sube el precio a los otros, haciendo de un pinito desgarbado el más bello de los árboles adornados y luminosos en una mágica navidad, una personalidad narcisista carece de empatía para poder conectar y lograr una verdadera intimidad al no tener en cuenta al otro. Si no lo veo, no lo puedo amar. En ese caso lo que se ama es la ilusión que me hago del otro.


Este es el verdadero “match” que se da entre un perverso narcisista y un pre-melancólico: ninguno ve al verdadero ser que es el otro.


Un tema recurrente en todas estas columnas es la facilidad con que los codependientes van corriendo sus límites para que el otro los elija. Hacen cualquier cosa para que se quede con ellos y entonces aceptan situaciones que ni siquiera se dan cuenta de que les están haciendo mal; pactando contratos que los incomodan y que sus cuerpos registran con mucho malestar aunque sus alarmas desactivadas niegan y siguen adelante.


En los intentos por armar nuevos modelos de amor se escuchan las expresiones “poliamor”, “relaciones abiertas”, “intercambio de parejas” y en esta búsqueda de nuevas formas de vincularse no se tiene en cuenta que los poli-amores implican poli-problemas y es que esto existe desde que el mundo es mundo.

miércoles, 7 de julio de 2021

Los psicópatas en la justicia.

 



El descarte “final”, cuando se termina un matrimonio con un psicópata, ocurre cuando el depredador consigue una nueva víctima. Ya que acabó casi por completo con su pareja o porque "se hace dejar", actuando de manera torpe a la hora de esconder las infidelidades, excediéndose en la triangulación y  abusando en forma burda de los mecanismos de manipulación (como el gaslighting y el tratamiento silencioso). Muchas veces la víctima, agotada, dice “basta” y cansada de la "tomada de pelo" decide pedir el divorcio unilateral.

En un primer momento la víctima que todavía no comprende la situación que está viviendo, piensa que con el divorcio se terminarán sus problemas. Los psicópatas no aceptan perder sus fuentes de combustible y comienzan a obtener el suministro a través del proceso judicial. En nuestro país no hay hasta el momento una legislación que contemple el abuso narcisista. Sólo se legislan los actos sangrientos. El artículo 34 habla de "asesinos o delincuentes que tienen el juicio conservado, conciencia y comprensión del acto en el momento de cometer un delito". Pero la justicia no tiene en mente la posibilidad de un ser atípico como el psicópata  adaptado a la sociedad.

Para la justicia todos los padres son iguales y con la excusa del interés superior del niño, obligan a los menores a relacionarse con sus progenitores sin tener en cuenta que al psicópata no le importa dañar a sus hijos destruyendo el sistema afectivo, emocional y psíquico de los mismos, de la misma forma que abusó de la madre o padre, ya que como siempre aclaramos esto no es una cuestión de género.

Ahora vemos que la carrera destructiva del depredador no termina con el divorcio, especialmente cuando hay hijos en común, este tipo de hostigamiento va a ir escalando. Primero culpará a la víctima de “la destrucción de la familia”, ese mensaje será transmitido a los hijos mostrándose el sicópata como una víctima. La presa intentará proteger, sin éxito, a los hijos. El proceso será distinto si el psicópata  es hombre o mujer. En el caso de un hombre psicópata, en un primer momento  actuará como si estuviese arrepentido frente a los posibles testigos, se mostrará como un buen padre que se preocupa y se ocupa de los hijos, mostrándose débil y necesitado para hacer que su ex se sienta culpable y compasiva. La víctima pensará que los hijos no tienen porque sufrir la separación de los padres y pensará que al igual que en un divorcio común (el de dos personas empáticas), los hijos necesitan convivir con ambos padres por igual. En ese momento,  el psicópata  buscará obtener una ventaja económica y comenzará el control y las manipulaciones sutiles sobre los hijos para seguir devaluando a la madre. En algún momento empezará a pedir reuniones en el colegio,  con el pediatra, terapeutas o profesores de los hijos a  espaldas de la madre para mostrarse como un padre preocupado y dando a entender que la madre sufre  algún desequilibrio psicofísico.

Con esta maniobra confundirá al entorno y a los hijos, que cada vez tendrán más dudas sobre una madre desautorizada, desvalorizada, débil e indigna de confianza.

Si alguno de los hijos se muestra leal a la madre, esto desatará la ira narcisista con represalias pasivo-agresivas que los hará sucumbir a través de una extorsión sutil y jugando a ser la víctima de su víctima. Si quiere destruir por completo a su presa, el narcisista  captará a los hijos como una secta y los alejará de la madre;  quedando ésta en un estado de desolación, agotamiento, desgaste físico, mental y económico. Mostrándole a la sociedad "lo desequilibrada que es" y dejándola sin la chance de tomar decisiones acertadas. La víctima se siente, impotente, insegura, deprimida, desamparada. Ha perdido su libertad y está acorralada. Ya no sabe qué más puede hacer.

El depredador no se detiene y la sigue atacando con cartas documento, desestabilizándola aún más. Ya no pasará la  cuota de alimentos; pero mentirá y a los hijos les dirá que siempre cumple con sus obligaciones parentales.

En los casos  que no le es tan simple quedarse con los hijos, comenzará a mandar demandas diciendo que la madre obstruye el vínculo,  levantando dudas en el juzgado y desestabilizando una vez más a la víctima a nivel económico, ya que la misma tendrá que pagar las costas de sus abogados.

Llegado este punto la víctima se ha ido desmoronando,   quedando cada vez más aislada a nivel social ya que el entorno se agotó de ser testigo del  proceso. En definitiva la revictimizan.

La próxima semana les contaremos cómo sucede este proceso cuando la psicópata es la mujer.

Recordemos que la sociedad tiene el potencial necesario para poder detener las acciones psicopáticas. El primer paso es visibilizar este tipo de abuso.

La narcisista patológica en el divorcio.

 

La gente suele preguntarse por qué una víctima estuvo tanto tiempo en pareja con un manipulador patológico. Nosotros ya vimos que es debido a la “adicción a la ilusión”, generada por el “juego de la esperanza tóxica” El manipulador, luego de generar un estallido emocional en la víctima, puede invitarla a tomar un café como si nada hubiera pasado y le propondrá hacer un pacto de paz (como veremos adelante, es lo que en el lenguaje de los sobrevivientes a narcisistas se denomina “falso pacto de paz”). 

Esto es algo que confunde, desorienta y angustia a quien, sensible a los problemas y sentimientos del otro, no comprende lo que está pasando porque hace un momento se hizo un pacto donde se prometió no repetir el ataque que provocó el estallido emocional y tan sólo instantes después se incumplió la promesa. Esta disonancia cognitiva en que queda sumergida la víctima, conlleva un nivel de violencia solapada altísimo.

Cuando ocurre el descarte y se acerca el divorcio, las psicópatas comienzan a trabajar sobre los hijos para en algún momento convertirlos en sucursales de sí mismas. 

Al principio la narcisista actuará como una víctima, interpretando a la perfección este papel que tendrá muy bien estudiado. Al saber qué les sucede a las verdaderas víctimas y cuál es el comportamiento de los psicópatas hombres, puede fingir enfermedades graves como el cáncer. También puede que invente un embarazo y luego dirá que lo perdió por los abusos (en algunos casos pueden mostrar estudios médicos de personas que están pasando por eso y decir que son de ella). Algunas, tienen comorbilidad con el síndrome de Münchausen y son capaces de dañarse para requerir atención médica. Llegada esta instancia, la narcisista puede pedirle a su marido que no se separe poniendo como excusa a los hijos de la pareja. La culpa será la herramienta principal que la psicópata utilizará para manipular a su pareja y de este modo logrará obtener un convenio, ventajoso para ella y extremadamente injusto y desfavorable para su ex marido. 

Una vez el acuerdo se haya homologado en el juzgado, comenzará a castigar a su ex poniendo a sus hijos en contra de él. Esto lo hará de manera paulatina, tomándose su tiempo. Para conseguir que los hijos no deseen verlo, irá descalificándolo, difamándolo y mintiendo sobre él para generar dudas, temor y desconfianza. Si aún así, estos manifiestan la intención de ver a su padre, les generará sentimientos de culpabilidad, manipulándolos y mostrándose desolada para que “no quieran dejarla”.

Empezará a pedirle al ex, que se haga cargo de gastos que antes no tenían, como profesionales de salud mental, profesores particulares, actividades extra curriculares, etc…

El señor se encontrará pagando un monto de dinero exagerado y por otro lado ya casi no verá a sus hijos. Si se niega a darle ese dinero extra, la narcisista lo difamará frente al entorno. Al mismo tiempo seguirá controlando cada movimiento de su víctima, hostigándolo.

El padre sufrirá al ver que no puede hacer nada para neutralizar las manipulaciones, al igual que ninguno de sus seres queridos pudo hacer nada con él cuando la psicópata lo captaba en la fase del bombardeo amoroso. Estadísticamente, cerca del 90% de los abusos sexuales son perpetrados por hombres. Una psicópata va a aprovecharse, sin ningún tipo de remordimiento, de los movimientos que con la más noble de las intenciones intentan proteger a mujeres y niños. 

Aquí se concreta la destrucción total de la integridad de la víctima: Lo acusará de abuso sexual (puede ser hacia ella o hacia los niños) y también de maltrato. La víctima tendrá que luchar por su inocencia. Experimentará un terrible desgaste económico y psicofísico. Los hijos quedarán muy dañados, llenos de conflictos por el ataque a la percepción que les hizo la psicópata. Finalmente, la víctima quedará arrasada por un sentimiento de impotencia, indefensión e injusticia.

Lamentablemente, este tipo de personas algunas veces suelen empañar con las acciones fruto de su psicopatía, los reclamos legítimos de todas las víctimas de abusos y la lucha de quienes, día a día, dedican tiempo, esfuerzo y medios para conseguir verdaderos avances en la igualdad de géneros.


martes, 15 de junio de 2021

Víctima

 Los que trabajamos a diario para combatir este mal social y ayudar en el proceso de recuperación de las víctimas, observamos algunos factores en común cuando llegan al consultorio: Todas están colmadas de culpa, confundidas, consumidas en sus propios cuerpos, sin poder poner en palabras lo que sufren.


A los terapeutas nos lleva mucho tiempo hacerles comprender su inocencia debido a que vienen de otras experiencias con gurús espirituales, coaches, counselors o influencers. O con profesionales de la salud mental que no son especialistas en el tema. Todos quienes les niegan la condición de víctima.


Y es que no es lo mismo ser víctima que victimizarse.


Ser víctima no es victimismo. A ver si de una vez por todas comprendemos que las violencias y los abusos son siempre responsabilidad de quienes las ejercen. Nunca de los damnificados.





Mientras no lo entendamos, las victimas sufrirán en silencio, agotadas de escuchar que son ellas quienes permiten y permanecen en una posición gozosa.


Entendamos que las técnicas de manipulación de estos depredadores encubiertos son de “alta tecnología”. Pedimos encarecidamente que se deje de responsabilizar a las víctimas de los abusos que sufren bajo la sombra de un psicópata. Los abusadores actúan con alevosía, premeditación, con ventaja y de una manera sutil. No es una situación en particular lo que desestabiliza a la víctima; sino la suma de manipulaciones que en conjunto dan como resultado el “ciclo del abuso encubierto”. Y esto hace que sea indecible para quienes lo padecen y desconocen el tema. Las teorías del espejo, del grado de conciencia y de que vibramos en una frecuencia determinada, demuestran una gran falta de conocimiento del modo de actuar de la tríada oscura (personalidades psicopáticas, maquiavélicas y narcisistas malignos).


Un psicópata entra por las grietas de la víctima, por sus vulnerabilidades.


La condición humana implica tener vulnerabilidades (pueden ser crónicas, de largo, medio y corto plazo) así que hasta la persona más inteligente, espiritual, con autoestima elevada, apego seguro e iluminada puede llegar a caer en la depredación de un psicópata. Con esto no queremos decir que nunca se sale del lugar de víctima: pero para poder salir hay que asumirse como tal, comprender la inocencia y convertirse en una amenaza para estos seres. Entiéndase por amenaza lo que siente el sicópata cuando se dan cuenta que tenemos información y conocemos la terminología sobre este tipo de abuso.


Si el Dr. Robert Hare* dice que aún después de decenas de años en los que investigó el comportamiento psicopático, él tampoco está exento de caer en la seducción y en las garras de alguno que jamás actuará de manera torpe; nadie está inmune a ser seducido por un perverso narcisista. Vale aclarar que no estamos hablando de “relaciones tóxicas” en donde dos adultos se relacionan de manera insana o donde hay dos personas que se llevan mal. Nos referimos a cuando un abusador, de manera consciente con una metodología muy encubierta decide depredar a un ser humano. Aniquilarlo con la manipulación hasta dejarlo en estado de agonía.


Aunque las víctimas favoritas pueden ser personas empáticas, buenas, generosas, con altos valores, altruistas y las mismas les resulten más fáciles de manipular, cualquier persona puede ser víctima de un psicópata de una u otra manera.


Como dice el Dr. Iñaki Piñuel: “Quienes propagan el falso mito de la existencia de complementarios, justifican las peores actuaciones psicopáticas asignando a las víctimas la culpa de lo que sufren. Un psicópata no requiere, para ser lo que es, de una complementaria. Lo es por sí mismo, así fuese el último ser vivo sobre el planeta”.


Aquellos que re victimizan a la víctima suelen hacerles preguntas retóricas del tipo de: ¿Qué es eso de sentir ira o rabia contra tu ex-psycho? ¿De qué te sirve desgastarte en la furia cuando tu ex-psycho ya está en otra cosa?


Esto es el resultado de no entender que fuiste una pura víctima. No rechaces esa palabra: VÍCTIMA...acéptala. Ni masoquista, ni complementaria, ni nada... ¡VÍCTIMA!

Por favor, dejemos de responsabilizar a las víctimas de los abusos.


*Profesor emérito de la British Columbia University, uno de los más reputados investigadores en el campo de la Psicopatía y la Sicología Criminal.

El duelo más difícil

 




Inimaginable suponer que se está entrando al Ciclo de Abuso Narcisista. Y que aquel ser que la persona está conociendo, es un personaje hecho a la medida de los sueños y deseos de la víctima. ¿Cómo duelar la pérdida de una relación que nunca existió? ¿Se puede elaborar el duelo de una persona que no existe y que, como dijimos nunca existió? Lo primero que tiene que entender una víctima de manipulación patológica es que la persona a la que extraña, por la cual sentía tanto amor, con la que tenía tantos proyectos e ilusiones, nunca fue real.


No se trata de una relación en la cual hubo un desgaste y se acabó el amor. Tampoco se trata de dos personas que crecieron en un camino con senderos que se bifurcaron y ya no tienen cosas en común. Lo que mostraba el narcisista en la fase del bombardeo de amor era una farsa. Los narcisistas no tienen doble personalidad, poseen una sola que es la auténtica y a la cual camuflan y maquillan de modo cosmético para poder seducir, manipular y encantar a sus víctimas. El maquillaje es una máscara que esconde una personalidad fraudulenta. Es la visión cosmética de la relación, la que lleva a la víctima a decir “lo amo” “lo extraño”. Pero, ese ser no existe, nunca existió y jamás existirá. La supuesta “alma gemela” era un fraude.


Lo que sí era real era el amor que la víctima sintió por el narcisista. Eso fue real y esto dificulta la comprensión de que depositó su corazón en un personaje fraudulento, viviendo una verdadera estafa emocional.


Lo que tiene que comprender la víctima es que no se puede perder lo que nunca se tuvo. Este es un duelo del orden de la falta, no es un duelo de una pérdida.


“No se está perdiendo a nadie y lo que se pierde esta buen perdido”, bienvenida esa pérdida. El duelo será por la ilusión. El dolor es por el engaño, la manipulación y por lo siniestro de entender que todo era mentira.


Se llora por la traición.


Algunas personas extrañan el anillo en el dedo anular, les duele no tener la foto de la familia que soñaron, la identidad que les daba pensar que estaban en pareja.


Las víctimas sufren por la pérdida de la imagen social que proyectaban, cuando pensaban “que no estaban solteros”. Aunque con su pareja narcisista nunca tuvieron un vínculo de verdadera intimidad.


El duelo no es de la relación.


La pena de amor es por uno mismo, por no haber construido una intimidad genuina y tener que duelar la parte de uno que muere con la caída de la ilusión.


La víctima siente que dio todo lo que tenía y es normal que piense que nunca más va a poder estar con alguien. Cuando se acepta que este duelo es por la falta y no por la pérdida, se empieza a experimentar cómo se abren nuevas posibilidades. “Sacarse a un narcisista de encima” es la mayor liberación que le puede suceder a un ser humano. Jamás se podría imaginar que las lágrimas derramadas luego del descarte son por el amor que desea tener; pero que nunca estuvo ni estará en un vínculo con el manipulador patológico.

miércoles, 2 de junio de 2021

Abuso sexual infantil

 



Como ya venimos hablando en esta columna, los psicópatas integrados se camuflan y logran legitimarse socialmente.

¿Todos los abusadores sexuales son psicópatas? Si bien no todos los psicópatas son pederastas, hay un porcentaje que sí lo son y un porcentaje de estos puede llegar a abusar de sus propios hijos. Un pedófilo es alguien que tiene fantasías sexuales con niños y no necesariamente se instala en una posición psicopática. En cambio un pederasta (aquel que abusa sexualmente de un niño)si es un psicópata, que cosifica al niño y hace uso de él al pasar al acto. Es importante recalcar que los abusadores no necesariamente van a ser personas agresivas ni violentas en lo fenomenológico. Nada los distingue de un neurótico común y corriente que no cometió mayores delitos. Lo que hay que evaluar es otra cosa más allá de la conducta.

El DSM al referirse a los abusos sexuales, afirma que en general, las personas que abusan sexualmente de un niño son miembros de su propia familia o conocidos muy próximos. El niño suele conocer a su agresor sexual. Estos agresores suelen ser personas que interactúan habitualmente con el niño y que pueden tener fácil acceso a él. Son además personas que a los ojos del niño están en una posición de autoridad y poder y en las que el este deposita grandes dosis de confianza.

Frente al abuso sexual, los niños suelen reaccionar habitualmente con miedo, culpa y vergüenza. Muestran reticencia a revelar el abuso que han sufrido y, con una mezcla de temor y tolerancia para con su agresor. En numerosos casos, estas personas también tienen la tarea de protegerlos; con lo cual la confusión y el sentimiento de culpa de los chicos se hace aún mayor. La reticencia de estos a hablar también se debe a que en muchos casos sus agresores los amenazan con herirlos, matarlos o abandonarlos (a ellos u otros miembros de su familia) si cuentan el hecho a alguien. O si la situación se hace pública. Por todo esto, la verdadera cifra de abusos sexuales infantiles es muy difícil de calcular y tiende a estar sub-estimada. La actuación de los médicos que, ante la dificultad para obtener pruebas enteramente confiables y la incertidumbre sobre el futuro del niño, tienden a ser más bien reticentes a reconocer al abuso y efectuar la denuncia; e incluso de la justicia con su tendencia a victimizar por segunda vez a la víctima (aunque luego de algunos cambios recientes, esto ocurra menos que antes) también colaboran de alguna manera a mantener esta tendencia a que las denuncias no sean fácilmente realizables y que por lo tanto las estadísticas tienden a estar, como ya dijimos, sub-estimadas.

En muchos casos, tampoco las familias son muy proclives a realizar denuncias, ya que dado que el agresor suele ser un miembro activo del grupo familiar (muchas veces, incluso, es quien aporta una parte importante de los ingresos de dicho grupo), las familias suelen tener miedo de romper su unidad si denuncian el abuso. Los ciudadanos y profesionales también se sienten con dudas a la hora de denunciar, ya que temen que el niño sea re victimizado por las instituciones policiales y judiciales (por ejemplo, que deba declarar sobre el abuso en presencia del agresor o que sea retirado de su núcleo familiar para ser “protegido” e internado en una institución, etc...

Frente a la comentada dificultad del entorno y del propio niño para efectuar la denuncia, tampoco existen pruebas físicas que sean definitivas e irrefutables para comprobarlo y que puedan actuar como “contrapeso” para facilitar dichas denuncias. Existen indicios e indicadores físicos que pueden hacer presumir la agresión y entre ellos podemos mencionar principalmente a las magulladuras, el prurito, el dolor en la zona genital y a las hemorragias vaginales o rectales. 

También, aunque se trata de signos menos directos, a las infecciones urinarias recurrentes, la presencia de flujo vaginal, la aparición de enfermedades de transmisión sexual y la dificultad para caminar o sentarse. Este segundo grupo de indicios, como dijimos, es menos directo; pero no por eso deben ser descartados y se los debe tomar en consideración. Deben despertar sospechas que lleven a una profundización del análisis de cada situación. Tampoco hay comportamientos (conductas) específicos del niño que prueben que ha habido abuso sexual. Pero no obstante, también existen algunas conductas significativas que permiten inducirlo. Una de las más habituales es la de aquellos chicos que saben excesivos detalles acerca del acto sexual antes de la edad en que normalmente deberían conocerlos. Los niños no pueden describir algo que no conocen con lo cual, cuando describen con detalle estos actos, es porque han sido testigos de actividades sexuales o han participado de ellas. Los que no pueden hablar y comunicar lo que han vivido, suelen expresarlo a través de los contenidos de sus juegos e incluso pueden comenzar a tener conductas sexuales con sus pares. 

Otras conductas que pueden ser tomadas como indicios son los comportamientos excesivamente agresivos o el repentino temor hacia los adultos.

Por otra parte, hay que tener presente que en los casos en los que el niño logra revelar información sobre una agresión sexual recibida, es muy posible que luego se retracte o que la ansiedad le impida que el relato sea completo, mucho más cuando sigue en contacto con el agresor y teme su represalia.

El grado de vulnerabilidad a las secuelas de estas agresiones depende del tipo de abuso, su cronicidad, la edad del niño y el tipo de relación global entre la víctima y su agresor. Los efectos psicológicos y físicos pueden ser duraderos y devastadores. El niño estimulado sexualmente por un adulto siente ansiedad y sobre excitación; pierde la confianza en sí mismo y se vuelve receloso de los adultos. La seducción, el incesto o la violación constituyen factores que predisponen a la formación posterior de síntomas (como fobias, ansiedad o depresión). Aquellos niños que han sido agredidos sexualmente tienden a estar híper-vigilantes frente a la agresión externa, lo que se expresa en incapacidad para combatir sus propios impulsos hacia los demás o la hostilidad de otras personas hacia ellos.

Los trastornos por estrés post-traumático y los trastornos disociativos son comunes en adultos que han sufrido abuso sexual en su infancia. Muchos niños víctimas de abuso sexual cumplen los criterios diagnósticos del Manual de Siquiatría DSM IV-TR para, por ejemplo, un Trastorno de Estrés Post-traumático. Son comunes también los síntomas depresivos, combinados con vergüenza, culpa y sentimientos de daño permanente.

No hay ningún tratamiento para los psicópatas, porque es una manera de ser en la vida, si van a estar sueltos en la sociedad van a seguir abusando, porque esa es su condición sexual.

Negligencia




 


No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono. 

Vivir con repetidas experiencias de abandono crea “vergüenza tóxica”. La vergüenza surge del doloroso mensaje implícito en el abandono: “No eres importante, no eres de valor”. El niño carga con la vergüenza que sus progenitores abandónicos no poseen. Cuando un progenitor psicópata sin responsabilidad emocional embaraza a una mujer en condiciones emocionales muy precarias y sin recursos de ningún tipo (psicológicos, espirituales, materiales, culturales y de fuerza física, sin trabajo, sin entorno sano de contención), ¿qué puede llegar a ocurrir?
El abandono físico o emocional en el niño es tratado por Kaplan en su Manual de Psiquiatría bajo el nombre de “Negligencia de la Infancia” y también dentro del capítulo de “problemas relacionados con el abuso o negligencia” en el D.S.M. (que recordemos, es libro de referencia de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría). 
Kaplan afirma que, si bien muchas veces no muestran signos evidentes de haber sido golpeados o apaleados, los niños maltratados suelen presentar múltiples signos de privaciones, tanto a nivel físico (mala nutrición; desnutrición; etc) como emocional. Y que como consecuencia, estos niños a los que se suele llevar al hospital o a un médico privado, suelen presentar un historial de falta de progreso, desnutrición, higiene cutánea deficiente, irritabilidad, retraimiento u otros signos de desatención psicológica o física.
Quienes sufren estas privaciones pueden llegar a tener un retraso del crecimiento que se haga evidente antes del primer año de vida. Las privaciones hacen que su desarrollo se altere drásticamente. Pueden llegar a ser incapaces de establecer interacciones sociales adecuadas. Hay casos en los que son evidentes en el niño un hambre excesiva; infecciones crónicas; una higiene deficiente; vestimenta inadecuada o incluso desnutrición.
En lo que tiene que ver con su conducta, los niños con privaciones o desatenciones crónicas pueden llegar a demostrar su falta de afecto mostrándose indiscriminadamente afectuosos incluso con desconocidos o, por el contrario, reaccionar mostrándose socialmente no-reactivos incluso en un ambiente familiar. Al no presentar signos evidentes de maltrato; el abandono se hace difícil de diagnosticar. En este tipo de problema los indicios pasan por evidencias menores de privación, ya sea física o emocional. El profesional que interviene debe prestar atención a los antecedentes del niño; a su aspecto y a su conducta. Son niños que, como ya ha sido comentado, suelen tener antecedentes de desnutrición; infecciones crónicas; mala higiene; retraimiento, etc.
No sólo los psicópatas abandonan a sus hijos, también hay víctimas de estos que suelen ser personas abrumadas, deprimidas y aisladas. El desempleo, la separación conyugal y el consumo de sustancias pueden agravar la situación. Según Kaplan, existen varios estereotipos posibles de madres que desatienden a sus hijos: Algunas son jóvenes, inexpertas, aisladas socialmente e ignorantes; lo que les impide temporalmente estar capacitadas para cuidar de ellos. Otras, tienen conductas pasivas y retraimiento crónicos, posiblemente porque han crecido en ambientes caóticos, abusivos, y también negligentes. En estos últimos casos, cuando intervienen los servicios de asistencia social, las madres en general aceptan ayuda. Las mujeres que tienen trastornos mentales graves son muy difíciles de asistir, dado que consideran a sus hijos como seres malvados o que expresamente las están volviendo locas. 
Finalmente, creemos importante mencionar que pueden darse dos tipos de abandono:
● El abandono físico: aquella situación en que las necesidades físicas básicas del menor como por ejemplo alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en situaciones potencialmente peligrosas o cuidados médicos, no son atendidas temporalmente o en forma permanente por ningún miembro adulto del grupo que convive con el niño.
● El abandono emocional: consiste en la falta persistente de respuestas a señales (llanto, sonrisas), expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño y la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de alguna figura adulta estable.
Es importante poder diferenciar todos estos casos aquí mencionados, de la “Violencia Vicaria”, que es cuando el Psicópata utiliza a los hijos, causándoles daño para así seguir maltratando a su ex pareja. Ahondaremos sobre esto en próximos artículos.No recibir la protección psicológica o física necesaria equivale al abandono.

El pasivo-agresivo

 

  • Raúl y Jimena están empezando a conocerse. Ya son varias las veces que Raúl le comenta a Jimena en momentos de intimidad, lo hermosa que le parece su mejor amiga y le hace saber que le gustan “todas las mujeres del universo”.
  • A Pamela le encanta bailar salsa; pero desde que está en pareja con Nicolás, dejó de ir a las “salseras” ya que a su novio le da celos. Para el cumple de Pamela, ella invita a sus seres queridos a una cena y luego las amigas le proponen ir a bailar al que era su lugar favorito. Ella mira a Nico esperando su aprobación y él le dice que, si, que vaya. Esa noche, cuando regresa a su casa, Nicolás la ignora por completo y así ocurre por las siguientes dos semanas. Al otro mes, la mejor amiga de Pamela festeja su cumpleaños. Nicolás le dice que la va a acompañar; pero un rato antes pierde el tiempo y tarda tanto en prepararse que llegan a la fiesta cuando está terminando.
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    • Cuatro estudiantes se juntan para preparar un trabajo para la facultad. Romina propone una idea y todos parecen estar de acuerdo. Sin embargo, Laura se resiste a desarrollar el plan. Cuando pactaron hacer la propuesta de Romina, todos dijeron estar de acuerdo; per a la hora de hacer su parte, Laura no cumplía con los plazos, llegaba tarde a las reuniones y redirigía el trabajo para un terreno muy diferente al acordado en un principio.

     

    • Ana no se siente bien, está con muchas náuseas y se siente muy débil. Su marido, Martín, la ve recostada en la cama y de repente decide poner la música a todo volumen, ignorando completamente a su compañera. El individuo pasivo-agresivo puede mostrar indiferencia, hostilidad y castigo hacia la persona que meta-comunica algún comportamiento pasivo-agresivo. Suena como un trabalenguas ; pero es así de real.

       

      Veamos: Si alguien le expone el conflicto, se rehúsa a hablarlo. Lo negará o hará como que no existe. Hay una desconexión entre lo que la persona dice y lo que hace, ya que no verbaliza lo que le molesta; pero sí lo expresa a través del enojo, la hostilidad e indiferencia. El orgullo y el miedo le impiden expresar sus necesidades de manera asertiva.

       

      Suele decir que todo está bien; pero luego hay una discrepancia entre sus palabras y acciones.

       

      Vamos a diferenciar dos estilos diferentes de comunicación pasivo-agresiva:

       

      Por un lado está la comunicación pasivo-agresiva abierta. Son ejemplos: el tratamiento silencioso, el hombro frío y la ley del hielo

       

      Por otro lado la comunicación pasivo-agresiva encubierta. Procastinación. llegadas tarde, cancelaciones de último momento y olvidos recurrentes, son comportamientos más sutiles que generan mucha confusión en el receptor y lo llevan a la pregunta de “¿Estaré siendo muy susceptible?” “¿Seré yo el que está equivocado?”

      Cuando una persona transmite un mensaje en un canal de comunicación; pero en otro dice otra cosa, nos encontramos ante lo que los psicólogos denominamos "dobles mensajes", tema del que hablamos en una columna anterior. El problema aquí es que el receptor no va a saber a qué canal prestarle atención. Posiblemente entre en una disonancia cognitiva, es decir en un estado de confusión y parálisis en el que su cuerpo registra la alarma de la incoherencia e incongruencia.

       

      Es que el doble mensaje es un espacio sembrado en el que el receptor sabe que el emisor está queriendo decir algo, pero el receptor no lo va a poder demostrar, ya que si al manipulador se le dice algo, va a decir que el receptor sobredimensiona, que no tiene sentido del humor y que exagera.

       

      Las personas pasivo agresivas se valen de un estilo de comunicación indirecta, opaca, sucia y perversa.

       

      Por ejemplo: Aunque Fabián le diga a Claudia que le gusta, que le encanta estar con ella, que es increíble y la mejor en la intimidad; simultáneamente le dirá que no sabe lo que quiere y que tampoco sabe si puede tener una relación seria con ella. Claudia intenta justificar su actitud y lo espera; pero está atormentada porque en su interior siente que a él, ella no le importa. Esa sensación se anestesia cuando está con él; pero Fabián aparece y desaparece como un conejo de la galera. Hasta que un día Claudia decide navegar hacia aguas más calmas porque se da cuenta que es ella la que no quiere estar con alguien que duda tanto, ya no le gustan los que dan tantas vueltas ni los que tienen tantos miedos y “escudos”, porque ahora sabe que el amor es sólo para los valientes.

La negación del GET (negación del divorcio de la ley judía)

 

Negarse a conceder un get se encuadra dentro de lo que la ley denomina violencia simbólica. Un hombre que se niega a conceder el get a su esposa está abusando de sus privilegios según la ley judía y está buscando controlarla de una manera extorsiva. El hombre que no concede el Get es un abusador. Con frecuencia, cuando un hombre no quiere otorgar a su mujer un get, esto es una prolongación de los comportamientos controladores, abusivos y agresivos que estuvieron presentes durante la convivencia, tales como el abuso físico, emocional, económico y sexual.

Las personalidades manipuladoras son imposibles de detectar al comienzo de una relación debido a que construyen un personaje a la medida de su víctima y a su vez trabajan en el entorno. Suelen ser encantadores y en una primera fase bombardean de amor a su presa. Una vez que la tienen bajo sus garras comienza la fase de devaluación en dónde la víctima conoce en infierno en vida. Es muy perverso pretender que un psicopata otorgue un Get ya que es sabido que estos seres gozan con el sufrimiento de su víctima. Y a su vez se les está otorgando muchísimo poder para hacer una práctica de la cual disfrutan, nos referimos a la extorsión. Como comunidad nos urge encontrar las medidas protectoras para liberar a las mujeres encadenadas y tomar los pasos que sean necesarios para garantizar su seguridad y felicidad, y la seguridad y felicidad de sus hijos/as e hijos/as futuros/as.

Muchos battei din (tribunales rabínicos) consideran que es una obligación moral ayudar a una mujer maltratada a alejarse de su esposo y obtener un get. Todo lo que quite la posibilidad de pensar, de decir y de hacer libremente es del orden de la violencia emocional. Si nos quedamos callados ante estos abusos somos parte del entorno enfermo dejando la tierra fértil para que los psicopatas integrados puedan dar rienda suelta a sus acciones abusivas que satisfacen sus necesidades especiales.

La ira

 

La ira es un sentimiento de resistencia a algo que está ocurriendo y no estamos dispuestos a tolerar. Es la energía del crimen, por que siempre mata algo. Pero también es el combustible de la construcción siempre y cuando podamos sostenernos internamente, comprendiendo que es una energía poderosa y canalizándola hacia algo constructivo.

Cuando se siente ira es bueno realizar acciones productivas para dirigirla, como ordenar, limpiar, caminar o lo que a cada uno le sirva. Es decir, poner en acción esa energía para algo constructivo porque si la dejamos seguir por su propia vía, si la dejamos salir, como nieve se produce una avalancha y siempre destruirá algo, nos llevará puestos.


Es normal el deseo de recibir atención, admiración y reconocimiento por parte del entorno; pero los narcisistas patológicos reaccionan con “ira narcisista” si no se les brinda la atención que demandan, por que de ese modo se les retira el combustible que necesitan para nutrir su baja autoestima y entonces buscan otro tipo de suplemento para nutrirse: las emociones negativas de sus víctimas.

De qué se trata este tipo de ira?

Son estallidos emocionales o manipulaciones pasivo-agresivas. Y la suma de la acciones que hacen para descargar su ira suele desestabilizar a la víctima. Cuando se sienten amenazados, van a utilizar todo un arsenal de recursos para herir a la persona que “provocó” su ira.


La ira como herramienta cuando no se tienen herramientas: 
Los narcisistas patológicos saben qué botones apretar para llevar al límite a su pareja. Recuerdo un caso en que el narcisista escuchaba música electrónica muy fuerte en un monoambiente y su pareja embarazada, con náuseas y agotamiento le rogaba que baje el volumen; pero el narcisista lo subía cada vez más. Cuando la pareja reaccionó con ira, con llantos, gritos de angustia e incluso insultos, el manipulador le dijo “ves que estás loca, desequilibrada mental, hacete ver, andá al psiquiatra”, “estás del tomate”.

La persona que expresa la ira se siente muy mal consigo misma, siente que no es una buena persona y queda desregulada a nivel emocional. 
Lo que ocurre en una relación con un narcisista patológico es que la víctima actúa la violencia de su agresor. En el ejemplo de este relato, el estallido emocional de la embarazada fue inducido adrede por el sicópata para poder acusarla de loca, hacerla sentir mal y manipularla con mayor facilidad en el futuro. Sumado al combustible de primer nivel que implica el estallido de ira de la víctima y del cual el narcisista se alimenta.


Luego de un ataque de ira, la víctima se siente fatal. No se reconoce a sí misma. Piensa que algo muy malo está pasando con ella. Y siente culpa.
Otra vez más estamos ante el golpe maestro del manipulador que juega a ser la víctima de su víctima.


La víctima no logra imaginarse ni por un segundo que ese estallido emocional fue un atisbo de la salud mental que el narcisista ansía quitarle. Esas reacciones demuestran que todavía no tiene el “síndrome de la indefensión aprendida” en donde los damnificados pierden todo tipo de esperanza y se sobreadaptan al maltrato del agresor.


Las víctimas deben saber que adrenalina de la discusión es adictiva, para el sicópata y para la víctima.

Es imposible poder resolver el conflicto con un sicópata sin el reclamo iracundo por eso la única salida es el contacto cero.


La virtud de la ira es la paciencia. Y si bien es difícil tener paciencia en el momento de la ira, recordemos que la toda paciencia debe terminar cuando comienza el abuso. Por eso remarcamos tanto que la salida de estas situaciones es el contacto cero.


Abrazarse a uno mismo con los brazos y el corazón y perdonarse, ahí empieza la recuperación.


Lo que nos lleva a sentir ira siempre es una señal muy valiosa, lo que nos daña es darle rienda suelta a esa ira.

martes, 4 de mayo de 2021

El miedo al miedo ¿Qué ocurre en el organismo cuando se sufre un ataque de pánico?

 



Una de las características que podemos observar en las víctimas de narcisistas patológicos es cómo a medida que se va repitiendo el ciclo de abuso empiezan a vivir en un estado de tensión permanente. Les cambia la expresión de la cara, con un rictus en el entrecejo. Se las ve consumidas en sus propios cuerpos, llenas de tensión. En los momentos de aparente tranquilidad, siguen híper alertas porque sus cuerpos ya saben que en cualquier momento se puede disparar una situación de muchísimo estrés.

Es habitual que estas personas sufran ataques de pánico.

Tanta ansiedad crónica y vivir en estado de angustia lleva a desencadenar una catarata de sustancias químicas. Hoy les vamos a contar cómo funciona el organismo ante una situación de estrés de este tipo. Y por qué se desencadenan las crisis de angustia al relacionarnos con estos seres tan dañinos.

Aunque a la persona no la esté persiguiendo ningún animal salvaje, esto es aplicable a cualquier estímulo que es vivido como una amenaza. Puede ser un simple comentario, un gesto del narcisista e incluso un silencio. Lo único que se necesita es que la víctima lo perciba como algo amenazante para su vida.

Cuando vivimos una situación que nos genera mucho estrés, comienza a cambiar la química de nuestro cuerpo dando lugar a la “catarata de la ansiedad”: Dentro del sistema nervioso simpático se produce la activación del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, con la consiguiente liberación de una serie de sustancias. Vayamos por orden:

En el Hipotálamo se sintetiza una sustancia llamada CRH (corticoliberina), que se activa en situaciones de estrés. Luego, promovida por el CRH, la glándula Hipófisis sintetiza y libera ACTH ( adenocrticotropa ).

La catarata de estas sustancias afecta a la glándula Suprarrenal, el ACTH promueve la síntesis del cortisol en la corteza de esta glándula. 

Este aumento de Cortisol interfiere en la memoria, por eso gente que tenía muy buena memoria le cuesta recordar algunas cosas, entre ellas algunos términos.

Como dijimos recién, en la parte externa de la glándula suprarrenal (corteza) se sintetiza el cortisol y dentro de la glándula (médula adrenal) se sintetizan la adrenalina y la noradrenalina. Estas son las dos sustancias que se liberan en un ataque de pánico.

El dato curioso es que el pico más alto de esta catarata de hormonas dura diez minutos, es decir que estas sustancias duran en la sangre diez minutos y luego se degradan; pero a veces se siguen secretando estas sustancias porque la persona se pone muy ansiosa y genera más debido al “miedo al miedo”.

El cortisol tiene su pico máximo a la mañana y luego va bajando. Cuando hay estrés, se sigue produciendo y eso genera el insomnio(otra de las secuelas de las víctimas).

Como ya dijimos, ante el estrés aumenta el CRH, el ACTH, el cortisol, la adrenalina, y la noradrenalina. Como podemos apreciar, esta activación neuronal da lugar a múltiples reacciones que desde afuera no se notan; pero aunque no se vean, las hormonas están y las sensaciones que experimenta el individuo son realmente intensas. Se altera la respiración, el bombeo de sangre se incrementa para que el oxígeno se distribuya más rápido por el organismo y si la persona no tiene noción intelectual de lo que le está sucediendo, puede llegar a sentir que está muriendo.

Es importante saber que esta química llega a su pico máximo a los diez minutos porque eso nos hace contar con recursos para detener el ciclo del miedo y evitar que se desarrolle un trastorno de ansiedad más complicado.

Si podemos hacer una detección temprana de esta problemática, tendremos herramientas naturales y sencillas a nuestro alcance que eviten que se desestabilice la química de nuestro cerebro y así poder prevenir las enfermedades psicosomáticas que vienen aparejadas con la relación en el vínculo traumático de traición.

La clave es saber que el sistema simpático (que se encarga de acelerar la  funciones corporales, preparándonos para la acción y afrontar el estrés) y el parasimpático (que se encarga de frenar nuestra actividad corporal y metabólica, preparándonos para periodos de descanso y relajación), no pueden estar activados al mismo tiempo. 

Por ello, el interés reside en desactivar la rama simpática para activar la parasimpática (generando una sustancia llamada acetilcolina) a través de técnicas de relajación y respiración. 

Los Anti estresores naturales conocidos como los “Amigos del cuerpo” son:

  1. Dormir entre  6-8 hs. Cómo mínimo.
  2. Practicar actividad física aeróbica, 20 minutos tres veces por semana en días intercalados, porque las endorfinas que generamos viven 48 hs en el organismo.
  3. La práctica de técnicas de relajación (Yoga, Tai Chi, Respiración, Mindfulness, Meditación, etc). 
  4. Cuidar la alimentación:(consumir frutas y verduras, B12, ácido fólico).

domingo, 25 de abril de 2021

MUNCHAUSEN

 Es notable cómo un gran porcentaje de psicópatas son capaces de colocar sustancias en las bebidas de sus víctimas, condimentar en exceso las comidas y hasta ponerles veneno con el objeto de descomponer a su presa.



Los datos nos hablan de veneno sobre todo en la comida. Hoy en día también son muy utilizados los psicofármacos como las benzodiacepinas (los famosos tranquilizantes).

Esta forma de daño es muy característica en muchas psicópatas mujeres ya que no requiere del uso de la fuerza física y es realmente difícil de detectar. Incluso hay casos en los que la psicópata puede ingerir alimentos envenenados por ella misma para acusar a su víctima en las cortes; pero lo más siniestro que he escuchado a lo largo de mi carrera es un síndrome poco divulgado en la sociedad: hoy les vamos a hablar en esta columna del Trastorno Facticio por Poderes o “SÍNDROME DE MÜNCHAUSEN VICARIO"

Es una forma de maltrato físico a la que son sometidos los hijos como consecuencia de una patología de sus padres. Consiste en que alguno de ellos, reiteradamente hace enfermar o provoca lesiones en el niño con el afán de obtener atención médica (les inyectan sustancias tóxicas o los obligan a ingerir fármacos que causan diarrea, deshidratación u otros cuadros).

Como los padres enfermos son cautelosos y superficialmente sumisos, suele ser difícil llegar a este diagnóstico.

Richard Asher lo describió por primera vez en 1951 bajo el título de Síndrome de Munchausen, un cuadro caracterizado por el abuso de consultas hospitalarias a raíz de falsos y significativos padecimientos que por sus características promovían estudios en ocasiones cruentos y tratamientos médicos innecesarios. El aporte de Asher permitió catalogar como enfermo a la persona que "aparentaba burlar" las destrezas diagnósticas del médico. La denominación del síndrome fue motivada por los antecedentes históricos de Karl Friedrich Hieronymus, Baron Von Munchausen, conocido como el "barón de las mentiras" y nacido en 1720 en Bodenwerder, Alemania.

Varity denominó "síndrome de Polle" a la presentación de este cuadro clínico en los niños, frente a los supuestos síntomas por los que reclamaban sus padres. Lo denominó así por el nombre del nombre del hijo de Munchausen, de quien se dice sin precisiones exactas, que padeció una enfermedad ficticia a la edad de un año, provocada por su padre.

En 1976, Rogers publica seis casos en niños y los incluye como una forma atípica de malos tratos. Un año después, Roy Meadow denominó y definió a este síndrome como "Síndrome de Munchausen por poder o por delegación" y lo describe como aquel en que la persona (generalmente la madre) fabrica o inventa síntomas para otro (el hijo), quedando así registrado en las publicaciones de pediatría.

Los trastornos facticios se caracterizan por síntomas físicos o psicológicos fingidos o producidos intencionadamente con el fin de asumir el papel de enfermo. La apreciación de que un síntoma se ha producido de manera intencionada es posible tanto por comprobación directa como por la exclusión de otras causas. Por ejemplo: un individuo que acude por hematuria(sangre en la orina) y se descubre que tiene anticoagulantes y niega haberlos tomado, mientras que los análisis de sangre demuestran lo contrario.

Cabe pensar pues, que si no existe prueba alguna de ingesta accidental, el paciente ha ingerido intencionadamente este tipo de fármacos. Debe reseñarse que la presencia de síntomas facticios no excluye la coexistencia de síntomas físicos o psicológicos verdaderos. Los trastornos facticios son distinguibles de los actos de simulación. En la simulación el “paciente”  también produce los síntomas de modo intencionado; pero su objetivo es fácilmente reconocible cuando se conocen sus circunstancias. Por ejemplo: la producción de síntomas de manera intencionada para evitar una vista judicial o la incorporación al Servicio Militar. De manera semejante, un enfermo mental hospitalizado puede simular agravación de su enfermedad para evitar su traslado a otra institución menos deseable, realizando así un acto de simulación. En cambio, en el trastorno facticio existe una necesidad psicológica de asumir el papel de enfermo, tal como se pone de manifiesto por la ausencia de incentivos externos para tal comportamiento. Mientras que un acto de simulación puede considerarse adaptativo bajo ciertas circunstancias (p. ej., en situaciones hostiles). Por definición, el diagnóstico de trastorno facticio implica siempre un determinado grado de psicopatología.

¿Cómo se manifiesta y cómo se diagnostica?  La característica esencial de este trastorno es la producción o simulación de forma deliberada de signos o síntomas físicos o psicológicos, en otra persona que se halla a cargo del individuo. Típicamente, la víctima suele ser un niño pequeño y el perpetrador, como ya dijimos, su madre.

Se ha sugerido que el motivo que lleva al perpetrador a realizar este comportamiento depende de la necesidad psicológica de asumir el papel de paciente a través de otra persona, ya que no hay incentivos externos que justifiquen este comportamiento, como por ejemplo una ganancia económica. El trastorno no puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental. El perpetrador induce o simula en la víctima un proceso patológico y luego acompaña a ésta al médico negando todo conocimiento sobre la etiología del proceso. La mayor parte de las enfermedades inducidas o simuladas conciernen a los aparatos digestivo y genitourinario y al sistema nervioso central; la simulación de trastornos mentales en la víctima es mucho menos frecuente.

El tipo y la gravedad de los signos y síntomas que presenta la víctima están limitados exclusivamente por el grado de sofisticación médica y el margen de acción de que disponga el perpetrador. Los casos clínicos suelen caracterizarse por un curso atípico y unos resultados inconsistentes con el cuadro sintomático pretendidos por la víctima y el perpetrador.

  • La víctima suele ser un niño en edad preescolar, aunque también pueden «emplearse» recién nacidos, adolescentes y adultos.
  • Cuando afecta a niños mayores, debe considerarse la posibilidad de que víctima y perpetrador estén en realidad colaborando en la producción de los signos y síntomas.
  • El perpetrador será diagnosticado de trastorno facticio por poderes. Para la víctima, puede anotarse abuso físico de menores o abuso físico de adultos. 
  • Si hay colaboración entre el presunto perpetrador y la víctima, esta última también puede recibir el diagnóstico de trastorno facticio.